Santiago el Mayor. De La Tour

25/02/2017 | Por Arguments

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SANTIAGO EL MAYOR

Los evangelios nos dicen que Santiago era, junto con Pedro y Juan, uno de los apóstoles predilectos de Cristo. Su nombre era Jacob. En latín, Sancte Jacob, era el nombre con el que los primeros  cristianos veneraban a aquel hombre. De ahí que, en el idioma de la Hispania medieval, se contrajera a "Santiago". Jacob era hermano de Juan, también hijo de Zebedeo, llamados a la vez  para su seguimiento por Jesús, junto al lago de Galilea (Mateo 4, 21-22). Ambos hermanos son llamados por Jesús "hijos del trueno" (Marcos 3, 17); quizá aludiendo a aquella ocasión en que la que Juan pide al Señor que baje fuego del cielo y devore con sus llamas un aldea, que los había despreciado (Lucas 9, 54).

El cuadro de Georges de La Tour

El pintor muestra a Jacob Apóstol, con sombrero, bastón, y cantimplora. Es dibujado de ese modo un viajero, un peregrino que va de camino. Además, está la concha -concretamente la "vieira"-, típica de lugares de la Galicia hispana. Y ello porque una consolidada y bien investigada tradición nos dice que sus restos mortales descansan en Compostela, en el oeste de la península Ibérica, junto a la llamada por los romanos finis terrae (fin de la tierra o del mundo). Es llamada en su honor dicha ciudad Santiago de Compostela. Esta villa es el final del peregrinaje de millones de cristianos desde principios de la Edad Media. Los peregrinos venían -y aún vienen- de los más lejanos lugares de Europa. Hoy, del mundo. Una larga tradición, que se remonta a San Isidoro de Sevilla, habla de una estancia de Jacob en Hispania, para predicar esa importante región del imperio romano.

En los Evangelios

En las listas bíblicas de los doce mencionan dos personas con ese nombre: Jacob, hijo del Zebedeo, y Jacob, hijo de Alfeo (Marcos 3,17-18; Mateo 10, 2-3). Se distinguen respectivamente como Jacob el Mayor y Jacob el Menor. Jacob de Zebedeo aparece en segundo lugar en la lista según Marcos, después de Pedro, o en tercer puesto según san Mateo, tras Pedro y Andrés. Jacob está -según el Nuevo Testamento-  junto con Juan y Pedro en  momentos muy especiales de la vida de Cristo: la resurrección de la hija de Jairo (Marcos 5 -21-43); la transfiguración de Jesús (Lucas 9, 28-36); o la agonía de Jesús en el huerto (Mateo 26,36-46). Merece una atención especial una curiosa petición de Juan y Jacob a Jesús. Narra Mateo (20, 20-28): "Entonces se le acerco [a Jesús] la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le pregunto: '¿Qué deseas?'. Ella contestó: 'Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a su izquierda'". Es comprensible la audacia ciega de una madre por sus hijos. El Señor contesta diciendo a la mujer que es una petición cuyo alcance se le escapa. Pero continúa Jesús: '¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?'. Jesús pedía veladamente que le acompañaran hasta su muerte. Parece evidente que los discípulos Juan y Jacob respondieron sin saber muy bien el último significado de tales palabras, diciendo: "Podemos". Jacob huiría en el momento del prendimiento de Jesús, luego no pudo seguirle hasta su muerte en ese momento. Pero más adelante, fue martirizado, tal como nos cuentan los Hechos de los Apóstoles (12,1-2): "Por aquel tiempo, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Jacob, hermano de Juan". Esto sucedió al inicio de los años 40 del siglo I, cuando el rey era Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande. Se puede afirmar con ello que para los cristianos era normal dar testimonio con la propia vida; y que se cite expresamente a Jacob da idea que claramente ocupaba una posición destacada en la Iglesia de Jerusalén. Un último apunte: también se representa a Jacob, montado en un caballo, como guerrero. Se entiende que, si por algo luchó, fue pacíficamente por la evangelización, y no, por supuesto, con violencia (interpretación medieval que sólo veía prestigio en el soldado en orden de batalla).

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