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">https://twitter.com/BordasAlvaro">Alvaro Bordas, es el director de Comunicación de Corporación Empresarial Pascual. Es también jefe del Gabinete de Presidencia. Con amplia experiencia en el sector de alimentación, bebidas y gran consumo, Bordas ha trabajado como director de Relaciones Institucionales y Comunicación de Danone durante diez años. Anteriormente fue director corporativo de Comunicación de Holcim España y director de Comunicación de Alcampo. Asimismo, preside Grupo de Trabajo de Comunicación de FIA y la Comisión de Comunicación de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (FENIL). Además, ha desarrollado una intensa actividad docente en varias universidades y escuelas de negocio de España, donde imparte materias relacionadas con la comunicación y el management. Nacido en Madrid en 1964 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, cuenta con un Master en Comunicación Empresarial por IPROCE y otro del programa para altos directivos ADECA (Alta Dirección de Empresas de la Cadena Alimentaria) del Instituto Internacional San Telmo.
http://www.arguments.es/wp-content/uploads/mujer/2020/11/Álvaro-Bordas-director-de-comunicación-de-Pascual.jpg" alt="" width="420" height="560" />Sin duda la primera y más importante habilidad que debe tener un comunicador es la capacidad de escucha. El ser humano tiene dos orejas y una boca, y es para que escuche el doble de lo que habla. Antes de empezar a comunicar hay que escuchar: ¿quién habla?, ¿qué quiere?, ¿cuál es su nivel? El objetivo principal de alguien que quiere comunicar, que quiere transmitir, es hacerse entender. Por eso el “a quién” determina el “cómo”. Hay que hablar a la gente en un lenguaje que la gente pueda entender y hacerlo de forma que le interese lo que contamos, para lo que debemos poner nuestro tema en función del interés de quién nos escucha. La misma noticia tiene diferentes puntos de interés según quién sea la persona que la escucha. Y no hay tema más interesante para cualquier persona que uno mismo.
La negociación de la ficha de un jugador de fútbol interesa al aficionado por el juego que va a dar en los partidos y los goles que pueda conseguir. Interesa al profesional por la cantidad de dinero que se moverá en la operación. Interesa al abogado por los aspectos legales que entraña el contrato. Interesa al inspector de hacienda por los impuestos que pueda generar. Interesa al fabricante de textiles por las camisetas con el número del jugador que se fabricarán para satisfacer la demanda de las mismas… En función de a quién le vayamos a contar la operación, deberemos resaltar unos u otros aspectos para conseguir su atención.
Siempre se puede mejorar; la verdadera competición de nuestra vida es siempre contra nosotros mismos. La lucha se centra en poder ofrecer siempre la mejor versión de uno mismo. En eso consiste crecer y madurar. Y, por supuesto, siempre se puede ser mejor de lo que se era el día anterior. Para ello hay que aprender de lo que la vida nos trae, de la experiencia. Y la experiencia no es lo que nos pasa en la vida, sino lo que hacemos con lo que nos pasa. Sin aprendizaje, la experiencia no es más que cometer siempre los mismos errores, pero con confianza creciente.
El primer y más importante valor que se le debe transmitir a un niño es el respeto. Y el primero de esos respetos es el de permitirle ser niño. No pretender que sea o piense como un adulto, porque jamás lo ha sido. Somos nosotros los que sí hemos sido niños y tenemos que recordarnos niños para poder respetar la necesidad del niño de serlo. Y por supuesto, el respeto a la ética que debe presidir cualquier anuncio para no intentar engañar, para no exagerar más allá de lo real de las propiedades de un producto.
La responsabilidad de una empresa ha dejado de ser una “operación de maquillaje” o una mera exposición de aquellas cosas más o menos bonitas que una empresa hace en favor de su entorno. Las empresas están compuestas por seres humanos que están tan convencidos de la responsabilidad de su trabajo como cualquier otro ciudadano. No nos olvidemos que las personas que trabajan en una empresa son también ciudadanos, y que la gran mayoría de los ciudadanos realizan un trabajo y lo hacen con responsabilidad. Por tanto, la responsabilidad forma parte de la manera de pensar y actuar de una empresa y, si esta es correcta, generará una buena reputación. Esa es la forma que Pascual, a través de">https://www.execyl.es/experiencias/pascual-aporta-el-marco-que-unifica-50-anos-de-gestion-responsable-de-calidad-pascual/"> Pascual Aporta, gestiona su relación con el entorno y en definitiva, su Responsabilidad Social Empresarial. ">https://www.calidadpascual.com/cerca-de-ti/presentamos-pascual--aporta-el-marco-que-unifica-50-anos-de-gestion-responsable-de-nuestro-negocio">Pascual Aporta es el tamiz que filtra todas las operaciones, comportamientos y formas de hacer de la empresa de modo que todas ellas estén dentro de los principios y valores que rigen la empresa desde sus inicios, hace más de cincuenta años, hasta hoy en día.
No es que la comunicación pueda ser considerada estratégica; es que la comunicación ES estratégica. Y quien no la considere así, estará minusvalorando una herramienta de trabajo de un valor incalculable. La reciente experiencia de la pandemia lo ha demostrado más que nunca, por si alguien aún no lo tenía claro. La percepción de lo que ocurre a nuestro alrededor y la forma en la que nos relacionamos con nuestro entorno mostrándonos tal y cómo somos, es uno de los elementos determinantes a la hora de generar confianza y reputación, y todo ello es una concepción y una labor de comunicación.
La emoción forma parte del pensamiento. Las emociones son poderosas y transmiten ideas y sentimientos complejos. El cariño que podemos sentir por una determinada marca, la aspiración a identificarnos con los valores que sentimos que esa marca tiene, la alegría, la complicidad con la ella… Todo ese cúmulo de sensaciones y emociones constituyen un activo intangible que nos une a la marca más allá de la propia explicación racional que podamos hallar para justificar porqué adquirimos sus productos. Ambos aspectos de la relación de una persona con una marca y con sus productos son importantes. Sin darnos cuenta, uno nos lleva al otro porque forman parte de la relación que tenemos con las personas y las cosas.
Todos los públicos son importantes para una organización. Sin embargo, es cierto que durante mucho tiempo y aún en muchas empresas, el público interno, los empleados y colaboradores, las personas que trabajan en una organización fueron los grandes olvidados. Es cierto que desde los años cincuenta se desarrollaron canales de información en las empresas. Pero es mucho más recientemente cuando las organizaciones comprendieron la necesidad de actuar con los propios empleados contemplándolos con una visión integradora, motivadora que los hiciera sentir parte de la misma idea de la organización. Conseguir que comprendieran y asumieran los valores de la propia organización dándoles la oportunidad de participar en el desarrollo de la misma para que se sintieran parte de la empresa entendiéndola y sintiendo orgullo de pertenencia, transformando a cada empleado en un activo más de la comunicación de la compañía y de su relación con la sociedad.
Hacia el interior de la organización se debe realizar una comunicación intensa y transparente en cuanto a lo que está ocurriendo durante la pandemia. Debe trasladar a todos los empleados la necesidad de cumplir las normas de seguridad e higiene establecidas, dentro y fuera de la empres, para mantener el menor número posible de contagios y de bajas por cuarentena, de modo que se garantice la salud de todos los empleados y sus familias y se pueda mantener la producción y los servicios que aseguren la viabilidad económica de la organización en un contexto difícil para la economía. Y todo ello manteniendo el arraigo y la cultura de la compañía aún en situaciones de trabajo en remoto. Hacia el exterior hay que estar muy atentos a lo que ocurre en la sociedad para reaccionar con agilidad ante las muy cambiantes necesidades de la misma. La comunicación emocional es importante en estos tiempos, pero la emoción consume muchas energías y hay momentos en que hay que cambiar y pasar a una comunicación más práctica e informativa, que permita al público descansar y recibir una información útil para la toma de decisiones y la adquisición de lo que realmente más necesita. ">https://www.facebook.com/watch/?v=533393857598755">
El trabajo, cualquier trabajo, es siempre una fuente de ilusión. El secreto no es tanto que trabajes en lo que te guste, como que hagas que te guste el trabajo que haces. Obviamente las tensiones de la situación social, económica y política añaden todo tipo de sensaciones cada día. El reto, los sinsabores y frustraciones, la emoción de concebir una idea, diseñar su arquitectura, desarrollarla y llevarla a la práctica, ver cómo funciona y reorientarla en función de sus primeros movimientos, y finalmente comprobar sus resultados, conforman un cúmulo de sensaciones que enriquecen mucho y generan grandes satisfacciones. Por fortuna yo trabajo en lo que me gusta y disfruto haciéndolo. Me gusta divertirme en mi trabajo y que las personas que trabajan conmigo también se diviertan con su trabajo. No nos olvidemos de que la risa es el momento en que nace la creatividad. *Entrevista realizada por Miriam Lafuente. [:]