El 11 de febrero la Iglesia celebra la fiesta de la Virgen de Nuestra Señora de Lourdes. La Virgen se apareció en una gruta en 18 ocasiones a una niña, Santa Bernardette, cerca a la localidad de Lourdes (Francia).Estas apariciones son consideradas un agradecimiento del cielo por el dogma de la Inmaculada Concepción. Asimismo son un llamado a aceptar la cruz para ser felices en la otra vida, la importancia de la oración, del Santo Rosario y la penitencia con una misericordia infinita por los pecadores y los enfermos.
La Virgen de Lourdes es considerada patrona de los enfermos y son muchos los milagros y curaciones atribuidos a su intercesión.
Los signos de Lourdes son: el agua, la roca, las velas, la muchedumbre y los enfermos.
El jueves 25 de febrero, la Señora dijo a Bernardita: "Vete a beber y a lavarte en la fuente". Aquero ("Aquello") me dijo que fuera a beber y a lavarme en la fuente. Al no ver nada, yo iba a beber en el Gave, pero ella me señaló con el dedo que fuera a la roca. Fui y encontré un poco de agua cenagosa tan escasa que apenas pude recoger en el cuenco de la mano. Yo la escupí por tres veces por lo sucia que estaba. A la cuarta vez ya pude beber. El Evangelio nos narra la escena siguiente: Jesús, cansado del camino, se sentó al lado de un pozo. Una mujer vino a sacar agua. Jesús le dijo: "El que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna", (Juan 4,14). El agua de Lourdes es el signo de esta "agua viva" que ofrece Jesús.
Bernardita vio a la Virgen 18 veces en la Gruta de Massabielle. La Biblia nos dice que Dios es nuestra roca. Es la roca en que podemos apoyarnos. «Dios mío, roca mía, refugio mío... ¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?... ¡Viva el Señor, bendita sea mi Roca!» (Salmo 17).
De día y de noche, en verano y en invierno, están ardiendo las velas delante de la Gruta. La vela representa la luz de la fe. Esta luz es Cristo. «Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.» (Juan 8,12).
Son inmensas, de toda raza, lengua y nación. Aquellos poco peregrinos del comienzo son hay seis millones. En Lourdes se vive la Iglesia, reunión en la unidad de todos los hijos de Dios dispersos.
Son inmensas, de toda raza, lengua y nación. Aquellos poco peregrinos del comienzo son hay seis millones. En Lourdes se vive la Iglesia, reunión en la unidad de todos los hijos de Dios dispersos. [Fuente: artículo de Aciprensa]
"En la solicitud de María se refleja la ternura de Dios y la inmensa bondad de Jesús Misericordioso. Invito a rezar por los enfermos y a hacerles sentir nuestro amor. Que la misma ternura de María esté presente en la vida de tantas personas que se encuentran al lado de los enfermos, sabiendo percibir sus necesidades, también las más imperceptibles, viéndolas con los ojos llenos de amor", Francisco, 11 de febrero de 2016. "Os invito a contemplar a Jesús como el verdadero médico de los cuerpos y las almas", Francisco en el Ángelus, 11 de febrero de 2018.
"Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a creer, a esperar y a amar contigo. Muéstranos el camino hacia el Reino de tu Hijo Jesús. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino", homilía de Benedicto XVI el 14 de septiembre de 2008 con motivo del 150 aniversario de las apariciones de Lourdes.
"Aquí la Virgen invitó a Bernardita a rezar el rosario, desgranando ella misma las cuentas. Así, esta gruta se ha convertido en la cátedra de una sorprendente escuela de oración, en la que María enseña a todos a contemplar con ardiente amor el rostro de Cristo". (...) "Contemplando a la santísima Virgen María, digamos con Bernardita: "Mi buena Madre, ten misericordia de mí; me entrego totalmente a ti, para que me des a tu Hijo querido, al que quiero amar con todo mi corazón. Mi buena Madre, dame un corazón que arda completamente por Jesús".
"Los enfermos descubren en Lourdes el valor inestimable del propio sufrimiento. A la luz de la fe llegan a ver el significado fundamental que el dolor puede tener no sólo en su vida, interiormente renovada por esa llama que consume y transforma, sino también en la vida de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo. La Virgen Santísima, que en el Calvario, estando de pie valerosamente junto a la cruz del Hijo, participó en primera persona de su pasión, sabe convencer siempre a nuevas almas para unir sus propios sufrimientos al sacrificio de Cristo, en un ''ofertorio" coral que, sobrepasando el tiempo y el espacio, abraza a toda la humanidad y la salva. Conscientes de esto, en el día en que la liturgia recuerda las apariciones de Lourdes, queremos dar las gracias a toda las almas generosas que, sufriendo y orando, colaboran de modo tan eficaz a la salvación del mundo. Que la Virgen esté junto a ellos, como estuvo junto a los dos esposos de Caná, y vele para que no falte nunca en su corazón el vino generoso del amor. Efectivamente, el amor puede realizar el prodigio de hacer brotar sobre el tallo espinoso del sufrimiento la rosa fragante de la alegría".
Santísima Virgen de Lourdes, que a ninguno desamparas ni desechas, mírame con ojos de piedad y alcánzame de tu Hijo perdón de mis pecados para que con devoto afecto celebre tu santa e inmaculada Concepción, en tu milagrosa imagen de Lourdes y reciba después el galardón de la bienaventuranza del mismo de quien eres Madre. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a tu maternal corazón, para pedirte que derrames a manos llenas el tesoro de tu misericordia sobre nosotros. Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuches: pero acuérdate de que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Ti haya sido abandonado. ¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por tu mano curaciones innumerables en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guarda también una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo…(dígase el nombre del enfermo/a). Alcánzale de tu Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho más, alcánzanos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios, prisionero por nosotros en los Sagrarios. Amén.