“El año que viene estudiaré Periodismo en Pamplona. Es lo que quiero y creo que es lo mejor para mí”. Esto fue lo que escuchó Pepe cuando le comuniqué mi decisión de irme a estudiar fuera, a 450 km de distancia o cuatro horas en tren. En ese momento llevábamos tres años saliendo y, a pesar de ser muy jóvenes e inmaduros, apostamos todo por seguir juntos y sobrellevar lo mejor posible esos cuatro años de separación. Son muchas las parejas que, en algún momento de la relación, se tienen que enfrentar a la separación física. Y creo que, si se hace bien, es algo bueno. Debéis pensar que estoy loca pero a nosotros es lo mejor que nos ha pasado. Ahora que ya estamos en la misma ciudad, otra vez, me doy cuenta de que gracias a la distancia nuestra relación ha madurado, nos conocemos mucho mejor y nos queremos más. ¿Quieres saber cómo lo hemos conseguido?
Estas dos palabras son las que hay que tener claras cuando se empieza una relación a distancia. Se necesita mucho de las dos, pero mucho. Una relación a distancia implica renunciar: renunciar a salir con amigos porque has quedado para hacer una videollamada, renunciar a apuntarte a un equipo porque una vez al mes vas a fallar en el partido del fin de semana, renunciar a gastar el dinero en caprichos porque hay que pagar un billete de tren, avión…etc. https://www.arguments.es/wp-content/uploads/matrimonio/2019/10/A755D264-8E3C-4248-BA43-5C12472B30A4-225x300.jpeg" alt="" width="225" height="300" /> Cuando decides apostar por ello es cuando te das cuenta de que todas estas renuncias realmente valen la pena. Apostar juntos por la relación es reconocer que vuestro noviazgo es el centro de vuestra vida y eso es, en cierto modo, gratificante. Lo que sostiene ese esfuerzo, que a veces se puede hacer cuesta arriba, es saber que vuestro proyecto lo vale todo. Cuando hay amor de verdad, no hay sacrificio demasiado grande.
Importantísimo. Hay que pactar las visitas porque si no es un tema que dará pie a muchas discusiones. Es esencial llegar a un acuerdo. En nuestro caso pactamos vernos todos los meses, durante un fin de semana, y nos turnábamos quién se desplazaba. Yo iba un mes y él venía el siguiente. Claro que una sorpresa no hace daño a nadie. Soy muy fan de las sorpresas. Pepe me hizo una en mi segundo año de carrera y guardo súper buen recuerdo. Yo por entonces trabajaba en el colegio mayor para pagarme el alojamiento, 12 horas a la semana y 6 durante fin de semana. Cuando decidió venir contactó con la persona encargada del colegio mayor para cambiarme los turnos y apareció de repente en la puerta. Teníamos todo un fin de semana por delante para nosotros y todo gracias a él.
Funciona muy bien conocer qué es lo que está haciendo el otro en todo momento. Es una manera de sentirlo más cerca y de participar más en su día a día. Nosotros, nada más levantarnos, nos escribíamos en un WhatsApp qué plan teníamos ese día, explicando nuestras actividades y su horario. Esto lo llevamos haciendo desde que empezamos a salir y lo seguimos haciendo hoy. Vivir en una ciudad grande como Barcelona hace que no sea tan fácil verse y este método nos sigue ayudando. Aquí os dejo un ejemplo:
Hablar por teléfono o FaceTime diariamente también es muy importante, sobre todo establecer en qué momento del día. Tiene que ser una actividad más. Si no se compromete uno con esto será muy difícil encontrar un tiempo en el que los dos podáis. Pensad que en una relación a distancia cada uno tiene su vida y unos horarios muy distintos. Nosotros hablábamos por las noches, a las 23:30 los dos primeros años, después de la tertulia (una actividad obligatoria del colegio mayor) y los dos siguientes a las 23 cuando él terminaba entrenos. Esto implicaba irse a dormir muy tarde porque, obviamente, hablábamos más de 10 minutos. Pero es lo que decía en el punto uno: esfuerzo y sacrificio. Otra cosa que funciona muy bien, que hará que los auriculares con micro sean tu mejor amigo, es llamarse en los trayectos de bus o metro. Nosotros siempre que íbamos de un lado a otro, nos llamábamos. Era como si él estuviera sentado a mi lado en el bus. https://www.arguments.es/wp-content/uploads/matrimonio/2019/10/2A498791-395E-4F57-A741-EDC70F44E8D6-225x300.jpeg" alt="" width="225" height="300" />
Este punto es esencial para sobrevivir a la distancia. La otra persona tiene que participar de nuestro día a día, de nuestra rutina. Tiene que parecer que tu pareja está contigo durante el día. Igual que cuando estamos en la misma ciudad participamos en las actividades del otro: le vamos a ver a sus partidos, quedamos con sus amigos…pues igual. Participar e interesarse lo máximo por la vida del otro es muy importante. Cuando pase un tiempo, agradecerás que la otra persona conozca el nombre de tu profe, quiénes son tus amigos y cómo son. Porque por ejemplo, si un día tienes una pelea con un amigo, tu pareja conocerá la relación que tienes con él, cómo es aquella persona y te podrá entender y ayudar mejor.
No es imposible sentirse unidos con Cristo en una relación a distancia. Es más difícil, sí. Porque a la distancia física con Dios, le tienes que sumar la distancia con tu pareja. La clave aquí es encontrar momentos y ocasiones para rezar juntos. Durante nuestros cuatro años a distancia intentamos rezar las tres avemarías de la noche juntos. Puede parecer una tontería pero ayudaba. Era un momento más del día en el que sentirse cerca. Este verano Pepe estuvo un mes en Guatemala de misiones y en esta ocasión fue imposible llamarse todos los días. Nos separaban 7 horas y él estaba todo el día ayudando, no tenía ni un segundo libre. Lo que hicimos esta vez fue rezar juntos el Ángelus: pactamos que yo lo rezaría a las 12 AM de Guatemala que aquí eran las 20 PM. Yo sabía que a esa hora estábamos diciendo a la vez las mismas palabras, en definitiva, estábamos rezando en comunión, juntos. A lo mejor alguno está pensando al leer esto: “Pero Ana, el amor es espontáneo y esto parece un acuerdo de negocio”. Si amas de verdad, siempre piensas en el bien del otro en lo que al otro le hace feliz. Para eso, es fundamental que en el amor entre la voluntad: me empeño en querer al otro haciendo aquello que le hace feliz. Hay que querer querer. El amor o se conjuga con voluntad o no sale adelante. Estos cuatro años a distancia son lo mejor que nos ha podido pasar. Para nosotros ha sido una aventura más de nuestra historia y una anécdota más que contar a nuestros hijos el día de mañana. Ya son casi ocho años juntos y han sido los ocho años más felices de nuestra vida.
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