">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2015/03/egoismo1.jpg"> El egoísmo no es vivir como uno desea vivir, es pedir a los demás que vivan como uno quiere vivir. -Oscar Wilde- Cierto día, un comerciante muy rico y avariento acudió a un sacerdote, experto en la vida y sabio, en busca de consejo y enseñanza. Éste lo llevó a una ventana: -Mira a través de este vidrio y dime qué ves -le dijo. -Gente -contestó el rico. Luego lo condujo ante un espejo y le preguntó: -¿Qué ves ahora? -Me veo a mí mismo -contestó el avaro. -Ahí está la cuestión, amigo -le dijo el sacerdote-, porque en la ventana hay un vidrio y en el espejo también, pero ocurre que el vidrio del espejo está cubierto de un poquito de plata, y en cuanto hay un poco de plata de por medio dejamos de ver a los demás y sólo nos vemos a nosotros mismos. Es paradójico cómo el ser humano es por naturaleza un individuo sociable, creado para vivir en comunidad, depender y ser elemento de dependencia y, sin embargo, es un ser egoísta. Entendemos por egoísmo anteponer los intereses propios por encima de los demás produciéndose, así, un claro conflicto de intereses en el interior de esa criatura hecha para compartir y que, sin embargo, prioriza sus propios intereses. El egoísmo inspira la actitud ambiciosa y la ambición nos polariza en torno a nuestros propios intereses, nos obnubila para las necesidades de los demás y no permite ver la vida más allá de lo "personal". Quien tiene egoísmo no es capaz de ver la bondad del otro porque vive para sí mismo, pensado en su propio bienestar; aunque esto resulte perjudicial para los demás. A veces el egoísmo es el resultado de la falta de seguridad y confianza en uno mismo. Esto no le permite al individuo pensar más allá de lo suyo. Le resulta imposible ver las necesidades del otro y le incapacita para salir al encuentro del que necesita de su ayuda. Mucho egoísmo se genera por la obsesión de la gente por el dinero. Hay que procurar está por encima del dinero y saber encontrar alternativas más inteligentes y prácticas que no impliquen atribuirle un valor sobre-exagerado a la plata, que dicen los sudamericanos. El primer paso para esta superación es lograr una actitud de reflexión sobre nuestras conductas y acciones hacia nosotros mismo y los demás. Si somos personas negativas, si nuestras acciones están dañando a los demás, es tiempo de replantearnos un cambio consciente de nuestra vida. Proponernos vivir la vida con fe, confianza, ilusión y esperanza. Tenemos que andar con ojo avizor porque... sí, detrás de cada egoísmo suele haber una fina capa de plata.