http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2016/06/Y-os-quqejais-1.jpg" rel="attachment wp-att-773"> No hay reglas de arquitectura para los castillos en el aire. -Gilbert Chesterton- Ardiendo en tontos anhelos el mono y el asno un día cayeron en la manía de importunar a los cielos. “¡Ah!, sin cola, ¿qué hago yo?”, chilló el mono con tonos tiernos. “¿Y por qué no tengo cuernos?”, el jumento rebuznó. “Necios que así os lamentáis, ?les dijo el topo?, ¿qué hicierais si, como yo, topos fuerais? ¡Tenéis vista y os quejáis! Rafael Pombo. (Fábulas y verdades) En toda persona hay virtudes y defectos, fortalezas y debilidades. Anhelar lo que otros son o tienen no es una postura inteligente, porque cada cual, con lo suyo, puede y debe cumplir una misión constructiva en la vida. La postura mental es la forma de ver las cosas, aceptarlas y aprovecharlas; recibiendo de ellas el mucho bien que puedan ofrecer, aunque, a veces, venga ese bien envuelto en espinas. El pensamiento crea. Y aquí se forja la verdadera postura mental. Ya sé que muchos piensan que es pura imaginación todo cuanto se diga sobre la influencia decisiva del pensamiento y de la postura mental en la vida, son cosas fáciles de decir, pero que la dura realidad tira al traste todas las hermosas teorías. Es una pena pensar así, porque entonces no se intenta siquiera el cambio de postura mental ni la reacción de una postura mental sana; no se aprende un modo sabio y positivo de ver la vida, y se cae en el inconformismo profundo que daña a la persona porque vive insatisfecha con todo, perdiendo, así, la capacidad de disfrutar de las cosas buenas de la vida. La realidad es así de simple: la dicha depende, en mucho, de una costumbre de ser dichoso. Y no porque la dicha venga del exterior y todas las circunstancias se pongan de acuerdo para evitarnos las piedras del camino; sino porque nuestro mundo interior genera pensamientos e ideales que liberan al espíritu y le hacen ver las mismas cosas, las mismas realidades bajo un color diferente. No es negar la realidad dura y molesta. No es cerrar los ojos a la oscuridad hiriente de las pruebas, del dolor, del fracaso o de la impotencia, no. Pero… seamos positivos: ¿qué se adelanta hurgando en la herida y acentuando su ponzoña? Normalmente, son más los días con sol que con tormentas; por eso, ¡cuidado!, no seamos tan negativos que nos puedan decir como al mono y al asno: ¡Tenéis vista y os quejáis!