">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2019/04/entusiasmo-por-la-vida-A-e1554462267987.jpg"> No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura. -Rubén Darío- Cuando el reverendo Sabine Baring-Gould, autor del himno religioso Onward Christian Soldiers (Adelante, soldados cristianos), era pastor de una parroquia en el Norte de Devon (Inglaterra), solía complacerse en enseñar a los visitantes la iglesia y el camposanto adyacente, explicándoles los objetos y lugares de especial interés. Siempre enseñaba la tumba de uno de sus predecesores, que estaba colocada justo en uno de los muros del cementerio. La lápida, sufragada por los agradecidos parroquianos, enumeraba diversos modos en los que el pastor había desempeñado su solícita y afectuosa labor. Cuando Baring-Gould preguntaba a los visitantes si habían notado algo insólito respecto a la lápida, los más observadores respondían: —¡Claro que sí! ¡No tiene nombre! ¿Quién era esa persona? —Eso es lo interesante, decía Baring-Gould. Generaciones y generaciones de escolares se han sentado en el banco que hay encima de la lápida y, con los pies, poco a poco han ido borrando el nombre inscrito en la línea superior. Así que no sabemos quién era esa persona, solo lo que hizo. Nosotros pasamos; nuestras obras quedan. Lo que hacemos determina nuestra vida, y no tanto por lo que hacemos, cuanto por cómo lo hacemos. Cuando las cosas nos salen mal, tenemos la llave para que todo cambien: ¡la actitud! Esta disposición anímica convierte nuestra vivencia diaria en el día bueno o en el día malo, como consecuencia de nuestra actitud general ante la vida. Hay quienes parecen especialistas en captar los enfados menores de la vida, amargándose el día, y los hay que no dejan escapar esos pequeños placeres que ocurren con idéntica frecuencia y regularidad. Las dos realidades son ingredientes necesarios en la vida. Es cuestión de escoger. La alegría es difícil de definir, pero la experimentamos y reconocemos, y cuando la perdemos también somos conscientes de que nos falta. Hay personas que disfrutan de la vida implicándose en actividades que hacen felices a otros. Saben disfrutar ofreciendo algún servicio a los demás, alguna palabra de aliento, alguna obra de misericordia que contribuya a mejorar sus vidas. Que nuestras obras hablen, y así, en el futuro, la gente pensará en nosotros como personas felices, alegres, solícitas y compasivas. Sería, sin duda, uno de los más importantes logros que podríamos alcanzar. Si hemos perdido la capacidad de complacernos de la vida, debemos hacer todo lo posible para recuperarla. Es fundamental, porque la verdadera alegría es una cualidad profunda y duradera que nos ayuda a superar las dificultades y restaura el entusiasmo por la vida.