">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2019/10/vive-y-aprende-A--e1570791431184.jpg"> El hombre comienza en realidad a ser viejo cuando cesa de ser educable. -Arturo Graf- Anna Maria Robertson Moses (EEUU, 1860-1961), conocida por su apodo Grandma Moses, Abuela Moses, fue una renombrada artista folclórica estadounidense que, a menudo, se cita como un ejemplo de una persona que comienza con éxito una carrera en las artes a una edad avanzada. Ella comenzó a pintar en serio a la edad de 78 años. Otro ejemplo. Harland David Sanders (EEUU, 1890-1980), conocido como Coronel Sanders o Coronel Kentucky, fue un empresario estadounidense que fundó la cadena de restaurantes de comida rápida Kentucky Fried Chicken (KFC), cuando tenía ya más de sesenta años. Y un tercer ejemplo. Albert Einstein, quizás el científico más conocido y popular del siglo XX, dijo en una ocasión: Un día en el que uno no aprende nada es un día perdido. ¡Hay tanto que aprender y tan poco tiempo para hacerlo! Y ahí estuvo él trabajando y estudiando solicito hasta el día de su muerte. Son innumerables los ejemplos de grandes personajes que nunca dejaron de aprender y, por ello, nos brindan inspiración a todos nosotros. Cualquier persona que crea, por razón de edad o cualquier otra excusa, que ha aprendido ya todo lo que necesitaba saber, comete un error mayúsculo. Abigail Adams (1744-1818), primera dama de los Estados Unidos, insistía en la importancia del aprendizaje y la formación: Nadie aprende por casualidad. Hay que proponérselo con pasión, y volcarse en ello con diligencia. Vive y aprende podría ser un sabio lema vital para dar plenitud a todos los años de nuestra vida, sean los que sean. Donde quiera que estemos, y cualquiera que sea nuestra ocupación, siempre es posible aprender algo que enriquezca nuestras vidas y la de las personas que nos rodean. Es posible que la misma dinámica del aprendizaje continuo, nos empuje a abandonar modos anticuados de pensamiento y acción para ensayar otros nuevos. Es posible, casi seguro, pero con frecuencia descubriremos que la vida, en este continuo aprendizaje, se vuelve más apasionante y satisfactoria de lo que nunca habíamos soñado. Haremos vida la conocida frase: Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años (Abraham Lincoln). No debemos poner límite a la infinita sed de aprendizaje que caracteriza a la humanidad. Tenemos que acentuar las inquietudes sanas de crecimiento que reclama, humildemente, nuestra condición de seres abiertos a lo infinito; que se manifiesta, entre otras cosas, por la avidez permanente de aprender. Dejadme que os lo resuma en una línea: Vive para aprender. Aprende para vivir.