">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2019/12/ADORAR-ALABAR-AGRADECER-a-1-1-e1576235505705.jpg"> Deberíamos recibir bien los trabajos, sabiendo que vienen por providencia divina. -Séneca- Ni en ciencia ficción podía imaginarse la malagueña Celia Canseco, 20 años, que aquel día que paseaba tranquilamente por el campus de la universidad de Navarra, camino de un examen, un camión iba a dar marcha atrás y arrollarla: 12 roturas, varias operaciones y 22 días en la UCI. ?Cuando estaba en el suelo ?cuenta Celia?, entre las ruedas, me sentí sostenida por Dios y me puse a rezar. Más adelante, en la ambulancia, noté que me moría. Y fue ahí cuando le dije a Dios que me abandonaba en él y que fuese lo que él quisiera, que yo quería vivir, pero que, si él quería que me muriese, no pasaba nada, porque me sentía con una gran paz sostenida en sus brazos, y no me daba miedo morirme. […]A partir de aquel día, mi vida ha dado un giro enorme. Procuro vivir haciendo tres cosas que comienzan por la letra «A»: adorar (a Dios), alabar (a todas las personas que me cuidan, me vienen a ver y tengo cerca) y agradecer (todos los servicio grandes o pequeños que me prestan). […]El dolor te enseña a poner cada cosa en su sitio. Hay algunas cosas insignificantes que, de repente, empiezas a valorar muchísimo. […]He descubierto el valor de «perder el tiempo» pensando: lo que eres, lo que tienes; una reflexión de la vida que nunca me había hecho y que me ha llevado a conocerme mejor y a ponerme metas. Metas que estoy disfrutando muchísimo. He aprendido a mirar hacia adelante y ver que hay mucha gente que está como yo, o en situaciones peores, que puedo ayudarlos y pueden ayudarme, y eso es muy gratificante. Creemos que la vida se reduce a planes, a tiempo. Pero no; la vida es sobre todo amar, es servir, es disfrutar. Y es que Dios suele hablar en las circunstancias más inesperadas, pero no siempre tenemos «sintonizada la parabólica» para captar su onda y, claro, al no tener cobertura, nos aislamos en nuestros propios límites: «¿por qué me ocurre esto a mí?» Y dejamos de experimentar que Dios saca bienes de males. Para vivir en onda providencialista tenemos que practicar a diario el «barrido del dial» para sintonizar el canal divino. ¿Cómo hacerlo? Hay muchísimas formas, pero, por concretar con un caso conocido, invito a aprender de la experiencia de Celia y practicar continuamente tres valores: adorar, alabar y agradecer. Brevemente: la triple A.