">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2019/12/Realidad-interior-F-e1577707727975.jpg"> Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia dentro, despierta. -Carl Jung- Nos es facilísimo aceptar el mundo exterior con sus apariencias y singularidades propias, que percibimos con los sentidos, pero hay otro mundo, un mundo interior, que es mucho más real que el exterior, pero que nos cuesta percibir. Y, sin embargo, es el mundo donde habitan las creencias, los pensamientos, los sentimientos, nuestro estado de ánimo. Nuestra felicidad, nuestra paz interior, nuestra posibilidad de disfrutar del trabajo, los amigos y los seres queridos, dependen habitualmente más de este mundo interior que del mundo exterior. Veamos un ejemplo. Dos personas se hallan en unas circunstancias externas similares y, sin embargo, tienen experiencias vitales muy opuestas. A estas dos personas, sus respectivas empresas, les encargan el mismo trabajo: promocionar uno de sus productos. El problema está en que esa promoción deben hacerla en un gran salón ante un auditorio numeroso. Al señor Sánchez, le encanta hablar en público, por lo que, para él, la promoción del producto le supone una experiencia agradable y está deseando hacerla. Todo lo contrario le ocurre al señor Rodríguez, que tiene un miedo innato a hablar en público, por lo que la promoción es para él una angustiosa prueba de fuerza de voluntad. Los dos comparten una misma realidad externa, pero sus realidades internas hacen sus situaciones externas diametralmente opuestas. Lo que hace a una persona feliz o desdichada, más que su mundo exterior, que también influye, claro, es su mundo interior. Así, una persona desgraciada propende a ver cosas que tiendan a justificar su infelicidad. Es por eso que el pesimista percibe signos desalentadores dondequiera que mira. Por el contrario, una persona positiva suele esforzarse por ver el bien en toda situación. Y una persona honesta es capaz de descubrir la verdad en la situación en la que se encuentra en cada momento y, desde ahí, crear su propia realidad. Lo bueno es que nuestro mundo interior es más controlable que el exterior. Podemos cambiarlo, aunque ?a veces? no sea sencillo ni fácil, pero se puede lograr. Hay que ponerse a ello. El punto de partida debe ser observar nuestras creencias falsas y hacer un esfuerzo por adaptarlas a la realidad. Hay que tomar conciencia de nuestros pensamientos negativos y esforzarnos para no concederles poder alguno sobre nosotros. Si nos lo proponemos, conseguiremos poder suficiente para crear nuestra propia realidad eligiendo pensamientos y creencias positivos, entusiastas, motivadores. Así conseguiremos ser nosotros quienes creemos nuestra propia realidad apoyándonos en nuestra realidad interior, esa, que, aunque no se vea, es mucho más real que la realidad externa en la que vivimos.