">https://www.arguments.es/wp-content/uploads/comunicarlafe/2014/04/IMG_6201-1024x6831.jpg">Aunque sea un poco autorreferencial, vivir la canonización entre los periodistas tiene su encanto. Desde el punto de vista organizativo, el caos ha sido notable. Después de enviar a muchos periodistas a una zona de la plaza, se les ha desalojado y enviado a la zona de peregrinos sin sillas, para la que no se requería ningún tipo de entradas. Alguno de los responsables de la Sala Stampa se ha preocupado de enmedar lo que ha podido, permitendo a unos cuantos subir a una terraza especialmente habilitada, con wifi, enchufes para los portátiles, etc. Nosotros hemos tenido la suerte de poder seguir la Misa desde allí. De todas formas, gestionar a un millón de personas donde sólo caben trescientas mil es una tarea que no deseamos a nadie. Y aunque en algún momento los organizadores han perdido la sonrisa, la amabilidad en el trato ha sido extraordinaria. ">https://www.arguments.es/wp-content/uploads/comunicarlafe/2014/04/IMG_6421-1024x683.jpg"> En contra de los estereotipos, llamaba la atención no solo la profesionalidad, sino el recogimiento y la piedad de muchos de los periodistas durante la Sta. Misa. Ver arrodillados a un buen número durante la consagración, con las cámaras enfocadas y grabando, emocionaba. Después, subieron varios sacerdotes para distribuir la comunión a quienes lo desearan. Tras la ceremonia, entrevistas por la plaza, carreras al Media Center para enviar las imágenes, editar los reportajes, etcétera. La comida, tan prescindible como el sueño de la noche pasada. Cuando tienes un problema, todo el mundo te ayuda, sin conocerte y sin preguntar para qué medio trabajas. Entre los católicos, por encima del cansancio se trasluce una alegría especial, una especie de "aunque hay que trabajar, hoy estamos también de fiesta".