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''Con santos de copas queremos referirnos al cristiano por el que el mundo clama: Cristianos que no llevan cruces vistas colgando del cuello, pero que aman sirviendo hasta que duele. Que no llevan el Evangelio en la boca, sino inyectado en vena; que no menosprecian las diversiones y placeres del mundo, sino que son los que más los disfrutan. Cristianos que no juzgan a los equivocados, sino que se arrodillan a sus pies para aliviarles y sanar sus heridas. Santos de copas son los que no llevan cara de sufrimiento, sino que se muestran escandalosamente alegres. Los que no buscan a Dios en las sacristías y acciones evangelizadoras, sino en su puesto de trabajo y en las fiestas, con una copa en la mano. Dios —el Padre, Cristo y el Espíritu— es alguien que ocupa el centro de sus vidas.'' Así los describe en el libro 'Santos de copas' José Pedro Manglano.
Son muchos los que piensan que ser cristiano es hacer cosas buenas por Dios y los demás. Los que ponen el acento en la lucha personal, en propósitos que cumplir para erradicar los defectos, o en virtudes que conquistar a base de un esfuerzo infatigable. Pero ser cristiano no es eso. Ser cristiano es seguir a Cristo; es sinónimo de experimentar un encuentro personal con Él. Es caer en la cuenta en que para Dios soy alguien único e irrepetible, soy su Hijo. Dios me ama con locura y sale a mi encuentro una y otra vez. Ser cristiano es dejarse divinizar por Él. No es tanto lo que yo hago, sino lo que Él hace en mí si le dejo entrar. Y a los que descubren esto les cambia la vida; los llamamos "santos de copas".
Juan Pablo II abría su pontificado precisamente dirigiéndose a los jóvenes con estas palabras: "¡No tengáis miedo a abrir de par en par las puertas a Cristo!". ''La Iglesia, más que 'reformadores', tiene necesidad de santos, porque los santos son los auténticos y más fecundos reformadores''. Estos son lo santos de copas.
Se recorrió el mundo para hablar con los jóvenes y confiarles su preocupación por la Iglesia y la sociedad, y pedirles su ayuda para llevar entre todos el mundo a Dios. "Queridos amigos, también hoy creer en Jesús, seguir a Jesús siguiendo las huellas de Pedro, de Tomás, de los primeros Apóstoles y testigos, conlleva una opción por Él y, no pocas veces, es como un nuevo martirio: el martirio de quien, hoy como ayer, es llamado a ir contra corriente para seguir al divino Maestro, para seguir “al Cordero a dondequiera que vaya”. Quizás a vosotros no se os pedirá la sangre, pero sí ciertamente la fidelidad a Cristo. Una fidelidad que se ha de vivir en las situaciones de cada día."
Y encendió los corazones de los santos de copas apelando al deseo más íntimo y profundo que todos llevamos dentro, la felicidad: "En realidad, es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad. Es Él quien os espera cuando no os satisface nada de lo que encontráis. Es la belleza que tanto os atrae; quien os provoca con esa sed de radicalidad que no os permite dejaros llevar del conformismo. Es Jesús quien os empuja a dejar las máscaras que falsean la vida. Es Él quien os lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. El que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande. La voluntad de seguir un ideal, el rechazo a dejaros atrapar por la mediocridad, la valentía de comprometeros con humildad y perseverancia para mejoraros a vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna viene de Él." "Queridos amigos, en vosotros veo a los “centinelas de la mañana” en este amanecer del tercer milenio. (Vigilia de oración en la JMJ en Torvergata, Roma 2000).
También han sido muchas las ocasiones y expresiones que el Papa Francisco ha utilizado a lo largo de su pontificado para animar a los jóvenes a seguir a Cristo, a vivir la fe con radicalidad, y a no dejarse llevar de las modas pasajeras del momento, del individualismo, del utilitarismo, de la cultura del descarte en la que vivimos sumergidos. ''El cristiano tiene la mirada en el Cielo y los pies en el mundo''. "Los santos no son superhombres, ni nacieron perfectos. Son como nosotros, como cada uno de nosotros, son personas que antes de alcanzar la gloria del cielo vivieron una vida normal, con alegría y dolores, fatigas y esperanzas".
En abril de 2017 nos lo volvía a recordar proponiéndolo como su intención para rezar ese mes: “Sé que ustedes los jóvenes no quieren vivir en la ilusión de una libertad que se deja arrastrar por la moda del momento, que apuntan alto. ¿Es así o me equivoco?. No dejen que otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes los jóvenes son los que tienen el futuro. Les pido que lo construyan, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Es un reto sí, ¡Es un reto! ¿Lo aceptan?. Pidan conmigo por los jóvenes, para que sepan responder con generosidad a su propia vocación y movilizarse por las grandes causas del mundo''.