Dos días. Ese ha sido el tiempo que el Papa Francisco ha dedicado a su intenso viaje en Irlanda. Con una apretada agenda, ha visitado una Iglesia herida por los casos de abusos sexuales que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XX, que hoy en día hacen que la Iglesia Católica haya perdido una buena parte del prestigio que tenía antaño. Ha sido el segundo viaje de un Papa en la historia a Irlanda. El primero, hace 39 años, fue una visita de san Juan Pablo II, en el que reunió la histórica cifra de un millón de personas durante la misa final en el Phoenix Park.
Esta vez la Irlanda que ha visitado el Papa Francisco es un país distinto. Pero un país que ha acogido al Papa con cariño, a pesar de las campañas contrarias a la visita y la continuas reclamaciones al Papa en relación a los abusos que han manifestado los medios de comunicación, sobre todo tras la reciente publicación del informe de Pensilvania y la carta que publicó el Papa sobre abusos sexuales este mes de agosto. De hecho, el Papa ha querido mencionar los abusos sexuales en todos y cada uno de los discursos que ha pronunciado en Irlanda para pedir perdón. Para cerrar un capítulo y señalar el comienzo de una nueva Iglesia en Irlanda. Una Iglesia sin abusos.
Volviendo a la acogida del Papa en Irlanda, muchas personas quisieron acercarse a las calles por las que pasaba el Skoda del Papa para saludarlo, aunque fueran uno o dos segundos. El Papa llegó en avión a las 10:30 a Dublín e inmediatamente se dirigió al Dublin Castle, para reunirse con las autoridades del país. Durante el trayecto, niños y ancianos, personas de toda edad y condición, quisieron acoger al sucesor de Pedro con el cariño que la tierra irlandesa demuestra a todo el que viene a este país.
El siguiente acto tuvo lugar con un público algo distinto: los jóvenes. Pero no cualquier tipo de jóvenes: novios que están preparándose para el matrimonio y jóvenes recién casados. En total, 350 parejas recibieron al Papa Francisco en la Pro-catedral de Santa María. El Papa aprovechó la ocasión para darles algunos consejos sobre la transmisión de la fe en la familia: Por tanto, rezad juntos en familia, hablad de cosas buenas y santas, dejad que María nuestra Madre entre en vuestra vida familiar. Celebrad las fiestas cristianas. Vivid en profunda solidaridad con cuantos sufren y están al margen de la sociedad. Cuando hacéis esto junto con vuestros hijos, sus corazones poco a poco se llenan de amor generoso por los demás. Puede parecer obvio, pero a veces se nos olvida. Vuestros hijos aprenderán a compartir los bienes de la tierra con los demás, si ven que sus padres se preocupan de quien es más pobre o menos afortunado que ellos. En fin, vuestros hijos aprenderán de vosotros el modo de vivir cristiano; vosotros seréis sus primeros maestros en la fe.
Una vez más, el Papa Francisco quiso visitar a los más pobres, acudiendo a un centro de los padres Capuchinos en el que diariamente dan comida a los más necesitados desde hace más de 50 años. La cara de la Iglesia que quizá aparece menos en los medios de comunicación, pero que contribuye a sacar adelante a aquellos que se encuentran en situaciones difíciles. Después, el Papa se reunió con víctimas de abusos sexuales, de poder y de conciencia en la Nunciatura y les escuchó durante una hora y media. Tras este encuentro preparó para la misa del día siguiente una oración, en la que pedía perdón por los crímenes que han cometido religiosos, sacerdotes y miembros con cargos de responsabilidad dentro de la Iglesia, que leería al día siguiente en la misa del Phoenix Park.
El último acto del Papa en Dublín en el primer día del viaje fue el concierto con motivo del Encuentro Mundial de las Familias. Una combinación de los bailes típicamente irlandeses con testimonios de familias venidas de diversos lugares del mundo. Uno de estas historias de familias fue la de Mary y Damien, dos exdrogadictos que pasaron por momentos muy difícil. Ahora tienen una familia de 10 hijos, uno de ellos en adopción.
Al día siguiente, el Papa visitó el santuario de Knock siguiendo los pasos de san Juan Pablo II, donde probablemente se apareció la Virgen a finales del siglo XIX según han reconocido las diversas comisiones de investigación vaticanas. Allí, rezó el Ángelus ante 45.000 personas y aprovechó para saludar a las personas de Irlanda del Norte, dado que fue el momento en que físicamente estuvo más cerca de la frontera. También rezó por la paz entre los dos pueblos de Irlanda Pido a la Virgen, que sostenga a los los miembros de la familia irlandesa, para que perseveren como hermanos y hermanas, en la reconciliación.
De vuelta a Dublín, celebró la misa en Phoenix Park ante 300.000 personas. Antes de la misa, saludó desde el papamóvil a muchos de los peregrinos que se habían reunido para la misa. Con sorpresa, muchos de ellos vieron al Papa de cerca al acercarse a algunos de los sectores más alejados del altar en el papamóvil. La misa contó con emotivos momentos, como la oración que escribió el Papa tras su encuentro con víctimas de abusos sexuales, en la que pidió perdón, por todos los abusos relacionados con la Iglesia.
Por último, durante la homilía, el Papa mencionó el ejemplo de los primeros misioneros irlandeses, que evangelizaron Irlanda. La tarea de dar testimonio de esta Buena Noticia no es fácil. Sin embargo, los desafíos que los cristianos de hoy tienen delante no son, a su manera, más difíciles de los que debieron afrontar los primeros misioneros irlandeses. Pienso en san Columbano, que con su pequeño grupo de compañeros llevó la luz del Evangelio a las tierras europeas en una época de oscuridad y decadencia cultural. Su extraordinario éxito misionero no estaba basado en métodos tácticos o planes estratégicos, sino en una humilde y liberadora docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo. Su testimonio cotidiano de fidelidad a Cristo y entre ellos fue lo que conquistó los corazones que deseaban ardientemente una palabra de gracia y lo que contribuyó al nacimiento de la cultura europea. Ese testimonio permanece como una fuente perenne de renovación espiritual y misionera para el pueblo santo y fiel de Dios. Tras la misa, Francisco mantuvo un breve encuentro con los obispos irlandeses, justo antes de despedirse de Irlanda y e iniciar con Aer Lingus su viaje de regreso a Roma, después de 48 horas intensas en Irlanda. ¿Qué sucederá con la Iglesia herida en este país? Nadie lo sabe. El Papa ha puesto las primeras piedras para un nuevo comienzo. Como resumen del viaje se puede ver este vídeo de Rome Reports: