La Iglesia Católica proclama que la vida humana es sagrada y que la dignidad de la persona es la base de la sociedad. Este es el fundamento de todos los principios de nuestra doctrina social. La Iglesia nos llama siempre a hacer todo lo posible para evitar una guerra. Con palabras del Papa Francisco: “La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto”.
Por medio de su evangelio, Jesucristo nos proporciona una paz interior que sobrepasa la paz que ofrece el mundo. Si confiamos en Él con fe, podemos sentir paz en cualquier circunstancia. Jesucristo enseñó: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da”, Juan 14:27. "Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios".
La Jornada Mundial de la Paz fue promulgada por el Papa Pablo VI y se celebró por primera vez el 1º de enero de 1968. Era la época de la guerra del Vietnam. Desde entonces, los conflictos y las guerras no han cesado, pero tampoco el compromiso y oración de la Iglesia para lograr la paz.
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.Maestro, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,ser comprendido, cuanto comprender,ser amado, cuanto amar.Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna.Amén.
Oh, Dios, Creador del universo, que extiendes tu preocupación paternal sobre cada criatura y que guías los eventos de la historia a la meta de la salvación; nosotros reconocemos tu amor paternal que a pesar de la resistencia de la humanidad y, en un mundo dividido por la disputa y la discordia, Tú nos haces preparar para la reconciliación. Renueva en nosotros las maravillas de tu misericordia; envía tu Espíritu sobre nosotros, para que él pueda obrar en la intimidad de nuestros corazones; para que los enemigos puedan empezar a dialogar; para que los adversarios puedan extrecharse las manos; y para que las personas puedan encontrar entre sí la armonía. Para que todos puedan comprometerse en la búsqueda sincera por la verdadera paz; para que se eliminen todas las disputas, para que la caridad supere el odio, para que el perdón venza el deseo de venganza.
Señor Jesucristo, que eres llamado Príncipe de la Paz, que eres Tú mismo nuestra paz y reconciliación, que tan a menudo dijiste: "La Paz contigo, la paz les doy." Haz que todos hombres y mujeres den testimonio de la verdad, de la justicia y del amor fraternal. Destierra de nuestros corazones cualquier cosa que podría poner en peligro la paz. Ilumina a nuestros gobernantes para que ellos pueden garantizar y puedan defender el gran regalo de la paz. Que todas las personas de la tierra se sientan hermanos y hermanas. Que el anhelo por la paz se haga presente y perdure por encima de cualquier situación.
Oh, Bendito Jesús, haz que mi alma se aquiete en ti. Permite que tu poderosa calma reine en mí. Gobiérname, oh, Rey de la Calma, Rey de la Paz.
Padre Celestial, nos has dado un modelo de vida en la Sagrada Familia de Nazaret. Ayúdanos, Padre amado, a hacer de nuestra familia otro Nazaret, donde reine el amor, la paz y la alegría.
Que sea profundamente contemplativa, intensamente eucarística y vibrante con alegría. Ayúdanos a permanecer unidos por la oración en familia en los momentos de gozo y de dolor. Enséñanos a ver a Jesucristo en los miembros de nuestra familia especialmente en los momentos de angustia.
Haz que el corazón de Jesús Eucaristía haga nuestros corazones mansos y humildes como el suyo y ayúdanos a sobrellevar las obligaciones familiares de una manera santa. Haz que nos amemos más y más unos a otros cada día como Dios nos ama a cada uno de nosotros y a perdonar nuestras faltas como Dios perdona nuestros pecados.
Ayúdanos, oh Padre amado, a recibir todo lo que nos das y a dar todo lo que quieres recibir con una gran sonrisa. Inmaculado Corazón de María, causa de nuestra alegría, ruega por nosotros. Amén.
Señor, Dios de paz, escucha nuestra súplica. Hemos intentado muchas veces y durante muchos años resolver nuestros conflictos con nuestras fuerzas, y también con nuestras armas; tantos momentos de hostilidad y de oscuridad; tanta sangre derramada; tantas vidas destrozadas; tantas esperanzas abatidas... Pero nuestros esfuerzos han sido en vano. Ahora, Señor, ayúdanos tú. Danos tú la paz, enséñanos tú la paz, guíanos tú hacia la paz. Abre nuestros ojos y nuestros corazones, y danos la valentía para decir: «¡Nunca más la guerra!»; «con la guerra, todo queda destruido». Infúndenos el valor de llevar a cabo gestos concretos para construir la paz. Señor, Dios de Abraham y los Profetas, Dios amor que nos has creado y nos llamas a vivir como hermanos, danos la fuerza para ser cada día artesanos de la paz; danos la capacidad de mirar con benevolencia a todos los hermanos que encontramos en nuestro camino. Haznos disponibles para escuchar el clamor de nuestros ciudadanos que nos piden transformar nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros temores en confianza y nuestras tensiones en perdón. Mantén encendida en nosotros la llama de la esperanza para tomar con paciente perseverancia opciones de diálogo y reconciliación, para que finalmente triunfe la paz. Y que sean desterradas del corazón de todo hombre estas palabras: división, odio, guerra. Señor, desarma la lengua y las manos, renueva los corazones y las mentes, para que la palabra que nos lleva al encuentro sea siempre «hermano», y el estilo de nuestra vida se convierta en shalom, paz, salam. Amén.
Señor, Dios de la paz, Tu que creaste a los hombres para ser herederos de tu gloria. Te bendecimos y agradecemos porque nos enviaste a Jesús, tu hijo muy amado. Tu hiciste de Él, en el misterio de su Pascua, el realizador de nuestra salvación, la fuente de toda paz, el lazo de toda fraternidad. Te agradecemos por los deseos, esfuerzos y realizaciones que tu Espíritu de paz suscitó en nuestros días, para sustituir el odio por el amor, la desconfianza por la comprensión, la indiferencia por la solidaridad. Abre todavía mas nuestro espíritu y nuestro corazón para las exigencias concretas del amor a todos nuestros hermanos, para que seamos, cada vez mas, artífices de la PAZ. Acuérdate, oh Padre, de todos los que luchan, sufren y mueren para el nacimiento de un mundo mas fraterno. Que para los hombres de todas las razas y lenguas venga tu Reino de justicia, paz y amor. Amen.
Señor y Dios Altísimo, pleno de misericordia y piedad, bajo la intercesión de San José, tu humilde siervo, te rogamos: Acaba con los conflictos, los desacuerdos, las guerras y las maldiciones. Perdona los pecados de los hombres y llévalos a tu Santa Luz. Calma el sufrimiento de los afligidos, la soledad de los abandonados y el dolor de los enfermos. Aplaca la ira de los ignorantes y la astucia de los que no creen en Ti. Establece tu Paz en el mundo. Establece tu Divina Misericordia. Redime y consagra tu amada humanidad y tus sagrados Reinos de la Naturaleza. Haz este planeta semejante a Tu Reino de Paz.
¡Oh San Benito que con tu amor infinito a Dios!,Quien es nuestro padre y gobierna el mundo entero,Hoy ante ti reconocemos su infinito amor y tu gran intersección,Sabemos que a pesar de la resistencia en la humanidady la división que hoy en día surge en el mundo entero,Que frecuentemente vemos disputas y discordias entre nuestros hermanos,Sin dudar acudimos a ti,Amado y fervoroso San Benito,Pidiéndote por la paz mundial,Que podamos vivir unidos unos con otros,Donde siempre reine la alegría y la unión,Donde no exista tanta división,Donde la violencia y la manipulación,Ya no hagan presencia,Y donde impere y reine el bien y la cordialidad,Para ti no hay nada imposible,Y nos postramos confiados a tus pies.¡Oh mi Dios!,Te rogamos óyenos,Envíanos la fuerza de tu espíritu,Y que él pueda obrar en lo más profundo de los corazones,Que el diaálogo sea posible entre los enemigos,Que las manos de los adversarios puedan estrecharse,Para que todos unidos podamos encontrar la reconciliación y la armonía.Te suplicamos que la caridad prevalezca al odio,Y que el perdón supere a la venganza,Que todos aquellos que conducen las riendas del mundo,Hagan lo correcto por el bien de todos,Que todos acá en la tierra,Podamos sentirnos como hermanos,Y que sea un anhelo para todos,Alcanzar la paz y que se haga presente,Que perdure por encima de todas las dificultades,Solo tú lo puedes,En ti creemos, en ti esperamos,Nos rendimos ante ti,Amén.
"Perdónanos la guerra, Señor. ¡Señor Jesús, nacido bajo las bombas de Kiev, ten piedad de nosotros!¡Señor Jesús, que murió en los brazos de su madre en un búnker en Kharkiv, ten piedad de nosotros! ¡Señor Jesús, enviado veinte años al frente, ten piedad de nosotros!¡Señor Jesús, que aún ves manos armadas a la sombra de tu cruz, ten piedad de nosotros!Perdónanos Señor, si no nos conformamos con los clavos con que atravesamos tu mano, seguimos bebiendo la sangre de los muertos desgarrados por las armas.Perdónanos, si estas manos que creaste para proteger se han convertido en instrumentos de muertePerdónanos, Señor, si seguimos matando a nuestro hermano, si seguimos como Caín quitando las piedras de nuestro campo para matar a Abel. Perdónanos, si seguimos justificando la crueldad con nuestro cansancio, si con nuestro dolor legitimamos la brutalidad de nuestras acciones.¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, te suplicamos! ¡Detén la mano de Caín!"