Vivimos en un mundo hipersexualizado. Las referencias al sexo son continuas en la televisión, los anuncios, el cine, la literatura, la moda, la música, el arte, la diversión... Y puede parecer que la Iglesia se opone a todo lo que se refiera al sexo, a todo lo que nos gusta, a lo placentero. Esto es una gran mentira. La Iglesia es la institución que más valora el sexo. Tanto es así que si una persona no puede practicarlo, no puede casarse. Y por si fuera poco, ha elevado a la categoría de Sacramento esta unión. La relación de amor y entrega entre esposos es reflejo y el modelo más parecido al amor de Dios por la Iglesia. Justo por eso lo protege y lo eleva, para evitar rebajarlo y prostituirlo. Lo más sublime, cuando se desordena, se desvirtúa hasta convertirse en lo más insignificante y vulgar. <a href="https://www.youtube.com/watch?v=upsZh9Ndb-I[/embed]">https://www.youtube.com/watch?v=upsZh9Ndb-I