La familia en el taller de José. Anónimo.

29/03/2014 | Por Arguments

EL TALLER DE JOSÉ Poco o nada se relata acerca de la vida familiar del niño, María y José. Sólo sabemos –por la narración bíblica– que a los pocos años de su estancia en Egipto volvieron a Nazaret. Pero los artistas con frecuencia han tomado pie de ese vacío elocuente. Es un tópico, en muchísimos artistas, desde Durero hasta Murillo, representar el taller de José. Nos dice el Nuevo Testamento que Jesús era el hijo del obrero (cfr. Mateo 13, 56). Un artesano, en aquella época, trabajaba como herrero, carpintero, del gremio artesanal. Alguien de “mantenimiento”, al cual acudía todo el pueblo, por la necesidad de hacer arreglos en las casas. Si se dedicaba a la artesanía, ello significa que apenas poseería tierras, o no había tenido la posibilidad de arrendarlas. En cualquier caso, dado que las actividades artesanales se aprendían de padres a hijos, es natural que el niño Jesús supiese el oficio, aprendido con paciencia de las gratas lecciones de su padre José. La escena nos nuestra a María, hilando, labor cotidiana del ama de casa. El evangelio nos dice que Jesús llevaba una túnica inconsútil, es decir, tejida de una sola pieza. Era costumbre entre las familias confeccionarse su propia ropa. María hubo de ser muy hábil en ello, pues esa túnica era del valor suficiente para que, cuando Jesús fue expoliado en el momento de su ejecución, no rompieran en pedazos la túnica, si no que la echaran a suertes. La piedad popular siempre ha pintado ángeles en el taller, incluso haciendo pequeños servicios. Es claro que era una familia muy piadosa pero es solo eso, y no otra cosa, lo que significa la presencia visible de los ángeles en la pintura. En su trabajo, José se valía únicamente de su esfuerzo, aunque rodeado de la excelencia de María y Jesús. La intención del pintor, al recrear un ambiente de salón –con su alfombra, su ricas paredes, e incluso un animal doméstico, el pequeño loro– es la de realzar un salón de una casa y la excepcionalidad de sus habitantes. Un hogar donde se está bien. Un sitio donde poder descansar de las fatigas diarias. Hay otro individuo, también un niño, que aparece vestido con pieles con un corderito y una cruz. Es paradigmático entre los artistas dibujar así al pequeño que la iconografía llama “Juan el Bautista niño” o “San Juanito”, en la cultura popular. Este personaje es el hijo de Isabel, aquella que recibió la visita de María en su casa. Los artistas imaginan que, entre parientes, no era difícil que se vieran. Para poder transmitir al pueblo quién es ese niño, lo muestran con los atributos que le serían propios una vez adulto (vestía piel de camello) y una frase que Juan Bautista dijo de Jesús “he ahí el cordero de Dios”, razón por la que el niño juguetea con un corderillo. Era un santo que gustaba mucho al pintor Rafael. Asimismo lo pintó Leonardo Da Vinci. En todo caso, la vida cotidiana de la familia de Nazaret fue así, rodeada de trabajo y de normalidad, sin que aparentase ante los otros vecinos ningún signo extraño que indicara la gran intimidad que la familia tenía con Dios. El paisaje que se vé en la ventana, representa un jardín, con el que la tradición cristiana hace referencia a María, como “huerto cerrado” como dice el Cantar de los Cantares, para hacer referencia a la integridad de la Madre.

Artículos relacionados

Suscríbete a nuestro canal de Telegram


Síguenos en

Arguments