La adoración de los pastores. Murillo

29/03/2014 | Por Arguments

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EL NACIMIENTO DE JESÚS Y LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES Aunque el título de la pintura es “La adoración de los pastores”, de lo que nos habla Lucas simultáneamente es del nacimiento de Jesús. Dice el texto, con continuación cronológica a lo acontecido anteriormente (Lucas 2, 1 y ss.): “sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador César Augusto, ordenando que se empadronase todo el imperio (…) y todos iban a empadronarse cada cual a su ciudad. También José por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén en Judea, para empadronarse con su esposa María que estaba encinta. Y sucedió que mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada”. Todos los artistas han pintado esta escena con varios elementos que la hicieran comprensible. Lo primero que enmarcan es un lugar: una cueva, una casa en desuso o un establo antiguo. La razón, reside en el relato: “lo recostó en un pesebre”. Un pesebre es un comedero para ganado. De ahí se desprende que los pesebres están en lugares donde hay animales domésticos. En aquel entonces las cuadras solían ubicarse en cuevas próximas a los pueblos, con apenas lo mínimo de construcción. Muy probablemente debía de ser un corral abandonado, pues difícilmente algún propietario hubiese dejado a una joven y pobre pareja, cuyo origen desconocía, asentarse en un establo en funcionamiento (salvo que se tratara de la generosidad de algún pariente de José en Belén). No es extraño que los autores muestren animales domésticos, para enseñar que el lugar era un sitio de estabulación. También la existencia de animales se inspira en las profecías del antiguo testamento. Murillo los representa a la izquierda de la escena: una vaca o un buey y, al fondo, una mula o un asno. Es una temática artística típica. Murillo, para dar importancia al recién nacido, utiliza el recurso pictórico de iluminar la escena, como si la luz proviniese desde el personaje más importante: el niño. Es claro por demás que habría muy poca luz, salvo la fogata que hubiera podido encender José para guarecer a la familia del frío nocturno. Nos decía el texto que no había lugar en la posada. En aquel tiempo, estos lugares, utilizados por las caravanas de viajeros, eran un gran espacio cuadrangular cerrado, amurallado y sin techo. Por dentro habría pequeños espacios adosados al muro interior, con improvisados tejadillos apoyados en la misma muralla del recinto, en los que se aposentaban uno o varios viajeros. Posiblemente, a causa del empadronamiento obligatorio decretado por el emperador, las posadas estarían completas. O tal vez, por un natural pudor, no quiso José que María diese a luz en público. En cualquier caso, debieron de buscar un sitio para resguardarse con el fin de que, con tranquilidad y lejos de miradas indiscretas, pudiera María alumbrar. Es importante resaltar el motivo por el que los esposos van a Belén. Se trata de un censo decretado por el Imperio Romano. Los censos están prohibidos entre el pueblo judío, hasta el punto de que (según libro de Samuel) Dios castiga al rey David por efectuar un censo. La teocracia legal de la religión judía hacía de los censos un posible motivo de vanidad de las autoridades y faltaba al principio de que sólo Dios era dueño de su pueblo. Suponía para José y María una doble humillación: primero, porque era el invasor romano el que lo decretaba, lo que concienciaba tristemente sobre la situación precaria de pertenecer a un pueblo conquistado. Y en segundo lugar, por la ofensa en contra de la ley judía. El decreto fue coactivo, bajo pena de multa u otros castigos, estableciendo un plazo concreto para cumplimentar el requerimiento, con el fin de que realmente fuese efectivo. Estando María encinta, hubiese sido temerario un viaje, de no ser por lo ineludible de la imposición imperial. Lucas continúa (2, 16), contando que, “en aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: ‘no temáis os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador (…) y aquí tenéis la señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre’ (…) Fueron [los pastores] corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre”. No sabemos si aquellos pastores lo eran de ganado vacuno, de cabras o de ovejas. Pero, en occidente, los pastores más numerosos y habituales son los de ovejas. De ahí que Murillo represente a los pastores vestidos con pieles de tal animal, y acompañados de un cordero, tal vez como presente al recién nacido. El aspecto de pobreza de los pastores, que incluso van descalzos, indica que Murillo refleja la modestísima visita, también para hacer hincapié en el anonadamiento del niño salvador y su completa ausencia de orgullo.

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