https://www.arguments.es/wp-content/uploads/arte/2014/03/DESPOSORIOS-DE-LA-VIRGEN.-RAFAEL-SANZIO-e1554911695790.png' style='height:auto;max-width:500px;width:100%;display:block;margin:auto;object-fit:cover'>
LOS DESPOSORIOS “Una virgen desposada con un hombre llamado José de la casa de David. El nombre de la virgen era María”. La imagen se refiere al relato que aparece en Lucas 1, 27 . El artista, en este caso Rafael, nos dibuja a los novios. María está a nuestra izquierda con vestido rojo y manto azul. A la derecha de María aparece representado un sacerdote israelita. Lo sabemos, por su sombrero, por las barbas largas, y por el “efod”, que era una especie de peto, que distinguía a los sacerdotes de Israel. El otro personaje a la izquierda de María, bien puede ser Ana, madre de la Virgen, según una tradición antigua. Así lo denotan su edad y su pelo cano, además de su posición preferente. José, a la izquierda del sacerdote, es dibujado con vestido azul y manto blanco y que lleva en la mano una pequeña vara. En la tradición semita y cristiana “la vara de Jesé” indica el origen, anunciado en el Antiguo Testamento, de la genealogía de este hombre. Sabemos además que Jesé era ascendiente del Rey David, y el texto sacro habla del origen de José, que procedía de la Casa de David. Los otros personajes no sabemos con seguridad de quienes se trata. Posiblemente amigos o parientes de los novios. Hay que apuntar que en el lado de María sólo hay mujeres, y en el de José, sólo varones. Al fondo, Rafael pinta un edificio grandioso, monumental, con escalinatas y un columnario. Se refiere, con toda seguridad, al Templo de Jerusalén. Debe recordarse que la escena está dirigida a instruir a gente iletrada. En la antigüedad semita los desposorios consistían en una ceremonia privada, en la que existía una promesa de matrimonio, se establecía el régimen económico y la dote y se fijaba la fecha de la boda. El desposorio era totalmente vinculante –con independencia de la boda– si el varón acogía en su casa a la mujer. Pero era revocable si aquello no sucedía. No mediaba ningún sacerdote (en todo caso alguna persona importante, como el jefe de la sinagoga del pueblo) y, desde luego, no se celebraba en Jerusalén, donde hubiesen tenido que trasladarse los novios y sus parientes, en un cansado viaje, en este caso, de más de cuatro días. Pero Rafael –como otros artistas que se basan en el mismo modelo– quiere hacer ver: 1º) la virginidad de María, al hacerla acompañarse sólo por mujeres. 2º) La ascendencia regia de José, como se dice antes aludiendo a la vara de Jesé, ascendiente directo del rey David. 3º) El contenido religioso de los desposorios, significado en la persona del sacerdote. No era necesaria la presencia de éste –los sacerdotes, además, eran pocos y oficiaban sólo en el Tempo de Jerusalén–, pero un cristiano ignorante del siglo XVI no hubiera entendido un desposorio sin presbítero, con mayor motivo, cuando los esponsales tenían la virtualidad, de facultar a los desposados a consumar el matrimonio y convivir bajo un mismo techo. 4º) Evidentemente, la escena tuvo lugar posiblemente en Nazaret, no en el Templo de Jerusalén, pero sirve el mismo argumento. Nadie en su sano juicio en el siglo XVI entendería que los desposorios no fuesen en un lugar de culto.