https://www.arguments.es/wp-content/uploads/arte/2017/02/image-2017-02-13.jpg|https://www.arguments.es/wp-content/uploads/arte/2017/02/image-2017-02-13-1.jpg' style='height:auto;max-width:500px;width:100%;display:block;margin:auto;object-fit:cover'>
Comenzamos nuestra explicación iconográfica con el apóstol Pedro por una sencilla razón. Jesús, de entre los apóstoles, lo elige a él para ser piedra sobre la que edificará su Iglesia. Esto es: le nombra cimiento, motor, cabeza. Así, en Mateo,16, 13-19 se dice: Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos (...): '¿Quién decís que soy yo?'. Simón Pedro tomó la palabra y dijo: 'Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo'. Jesús le respondió: '¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Juan!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia(...). A ti te daré las llaves del Reino de Dios: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo; lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo'. El símbolo de las llaves es claro, incluso para alguien del siglo XXI. La llave es la clave -el password- con la que se puede entrar en algún lado. El que tiene el instrumento para poder abrir ostenta posibilidad real y debe responder de su custodia. Además, el atar y desatar también es, como el abrir o cerrar, una muestra de poseer realmente alternativas, que el Señor está otorgando de manera solemne a Pedro. De ahí, como resumen, la representación típica de Pedro con las llaves. Otros autores, como Rafael Sanzio, incluso presentan lo acontecido en concreto en Cesarea, mostrando como Jesús entrega expresamente las llaves, y una alegoría del Templo de la Iglesia -Reino de los Cielos- en segundo plano. Otras imágenes describen a Pedro en su martirio, que según una antigua tradición tuvo lugar en Roma. Y el modo del martirio fue la crucifixión, al igual que la de su Maestro. Pero nos cuentan los escritores antiguos que Pedro quiso ser crucificado del revés, para no imitar la gloria de la crucifixión de su Señor. También otra manera de aparecer en el arte suele ser con un gallo a los pies de su efigie. Eso tiene su razón de ser en lo que nos cuenta Mateo. Poco antes del prendimiento y ejecución de Jesús, el Señor se quejó (Mateo 26, 31-34): Esta noche os vais a escandalizar todos por mi causa (..). Pedro replicó: 'Aunque todos caigan por tu causa yo jamás caeré'. Jesús le dijo: 'En verdad te digo que esta noche antes de que el gallo cante me negarás tres veces'. Y así fue, tal y como nos lo sigue narrando Mateo. Ello aconteció en el exterior de la casa del Sanedrín, donde Pedro esperaba a su Maestro recién apresado. Pero enseguida la gente que había por allí, pese a la oscuridad de la noche, lo reconocieron como discípulo del procesado. Pedro lo negó y lo volvió a negar: finalmente, unos hombres le dijeron: Seguro que tú eres uno de ellos; tu acento [de Galilea] te delata. Entonces [Pedro] se puso a echar maldiciones y jurar diciendo 'no conozco a ese hombre' y enseguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras (...). Y saliendo afuera lloró amargamente.
Normalmente se nos muestra a Pedro como un hombre anciano y así lo hace Rubens (que pinta el cuadro de arriba), presentándole con pelo cano y piel arrugada. No consideramos sin embargo que necesariamente lo fuera. Aunque así, tal vez, el pintor quiera hacer ver que era mayor que sus colegas y que tenía la misión de ser cabeza de la Iglesia, por lo que la edad sería signo de su superior dignidad. La razón también puede ser que según los propios evangelios, en su casa de Galilea, en la ciudad de Cafarnaún, alojaba a su suegra: Entrando Jesús en casa de Pedro, vio a su suegra (Mateo 8, 14). Ello indica que estaba casado. Tenía así los mínimos años para hacerlo. No sabemos si en aquel entonces había enviudado, ni tampoco si tuvo hijos y nada nos dice la Escritura a ese respecto. Aunque, ciertamente, si siguió a Jesús, conviviendo con él, parece normal que no tuviera ataduras familiares de entidad. Pedro es el nombre que le pone Jesús. Su nombre anterior es Simón (...): "Tu eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Pedro" (Juan 1, 42). Poner nombre a las personas o cosas es un signo como de "apropiación" afectiva. Y con esa intención parece que lo hizo Jesús. Un último comentario. En el cuadro aparece Pedro con una especie de sotana blanca, que es como van vestidos normalmente los Papas desde hace siglos. Es la manera que tiene decir Rubens que Pedro fue primado entre sus compañeros apóstoles.