Intelectuales y teólogos: cuidado. La erudición es lo contrario a la comunicación, la cual se sirve de palabras sencillas para explicar ideas complejas. La finalidad no consiste en que tus argumentos sean lúcidos, sino en que tus palabras sean entendidas.
Por supuesto, es muy importante la verdad que hay en tus palabras. El objetivo de ser un Catholic Voice es, por encima de todo, aclarar. Lo que nos proponemos al responder a preguntas o críticas no es más que a iluminar allá donde haya oscuridad o confusión. Pero no somos nosotros los que persuadimos; es la Verdad. Nuestra tarea consiste en servir a la Verdad lo mejor que podamos. Y cuando mejor servimos a la Verdad es cuando no intentamos “derrotar” al que se opone, sino lo contrario, buscamos actuar con civismo, empatía y claridad.
Las tácticas ingeniosas y retóricas pueden ser excelentes pasatiempos, pero no iluminan. Es poco probable que una discusión acalorada logre cambiar percepciones. El peligro está en que “ganarás” la discusión pero perderás a la audiencia, bien sea de dos personas o, en una emisora de televisión, de dos millones de personas.
Así pues, evalúa, tras cada intercambio, según este criterio: ¿he ayudado a que los demás entiendan mejor la enseñanza o posturas de la Iglesia? ¿Y cómo les he hecho sentir: animados o derrotados? ¿Inspirados o acosados? ¿Con ganas de escuchar más o aliviados de que se haya terminado?
Este es el tercer principio para comunicar la fe en positivo.