Este es el título del documental dirigido por Win Wenders y producido por Universal Pictures, sobre el Papa Francisco y los problemas del mundo actual. En España se estrenará, gracias a Bosco Films, el 28 de septiembre. 50 cines proyectarán este viaje por el mundo de la mano del mismo Francisco para dar respuesta a los problemas que lo sacuden y afligen.
En Estados Unidos se estrenó el pasado 18 de marzo y tuvo una gran acogida, tanto por parte del público, como por la crítica cinematográfica.
Tuvimos la suerte de ser invitados a un pase especial. Y acudieron a la cita parte del equipo de Arguments en Madrid, Sofía Altimari e Isabella Valassidis. Éstos fueron algunos de los personajes que nos encontramos.
Se podrían decir muchas cosas sobre este documental. Pero como no se trata de pretender abarcarlo todo, destacamos 5 aspectos que nos han parecido más significativos:
Entre los muchos temas que presenta la película, destacan el desequilibrio entre la vida del hombre y la naturaleza, las catástrofes naturales y la injusta distribución de las riquezas del mundo, que generan tanta guerra y violencia. Señala también que todos somos responsables de lo que pasa a nuestro alrededor. El Papa Francisco toca a lo largo de toda la película y con especial fuerza, esa característica que ata a todo ser humano: nuestra libertad. Que es justo lo que nos permite amar... o no amar.
Después de haber acompañado a Francisco a través de guerras, por el Mediterráneo, tras el tsunami devastador de Filipinas, visitando a los más pobres en las favelas de Brasil y escuchando el horror que han sufrido tantos y tantos refugiados en Lesbos: a la hora y media de película, el Papa cierra con el valor de la sonrisa y del sentido del humor. ¡Por fin luz en medio de tanta tragedia, de tanto sufrimiento! El documental concluye con la Oración de Santo Tomás Moro acerca del sentido del humor:
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«Dame, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir.
Dame un cuerpo sano, Señor, con el sentido común necesario para cuidarlo.
Dame, Señor, un alma sencilla, que sepa atesorar todo lo que es bueno y puro, y que no se asuste fácilmente ante el mal, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en su lugar.
Dame un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos, y no permitas que esa cosa pesada que se llama “Yo” me preocupe demasiado.
Dame, Señor, sentido del humor.
Dame la gracia de comprender una broma, y de descubrir un poco de alegría en esta vida y comunicarla a los demás.
Así sea».