Después de hablar de los contenidos y el diseño más adecuado para las páginas webs católicas, toca ahora tratar la difusión a través de las redes sociales, que son el canal con el que más relevancia podemos lograr, ya que es donde se encuentra en general nuestro público.
Comencemos tratando el estado de la cuestión. Existe un prejuicio contra la Iglesia Católica en la opinión pública, un cliché muy extendido: los católicos son poco dialogantes, fundamentalistas o dogmáticos. Las redes sociales nos proporcionan la oportunidad perfecta para demostrar que esto no es cierto y que los católicos son capaces de dialogar y escuchar.
Esta última palabra es la noción en torno a la cual giran las redes sociales: escuchar a las personas. Son un buen terreno para conocer las preocupaciones de nuestro público, cuáles son los temas que les interesan y responder a las cuestiones que nos planteen. También es muy interesante preguntar y dejar que nos hagan sugerencias, siempre que las vayamos a tener en cuenta, aunque sea solo para considerarlas.
Si descendemos a las cuestiones más concretas, cuando estemos gestionando los perfiles sociales de nuestras cuentas corporativas, resulta útil hacerse a la idea de que estamos defendiendo una marca, como si tratásemos con la reputación de una empresa. Por esta razón hemos de preguntarnos cuál es la identidad de nuestra marca y conocer bien los contenidos que queremos transmitirle a nuestro público. Con más razón, si llevamos las redes sociales de una parroquia o un arzobispado hemos de hacerlo con profesionalidad, cuidando nuestra imagen corporativa.
No podemos ignorar que nuestra pequeña marca (o quizá grande) siempre estará incluida dentro de la marca Iglesia Católica y que en ocasiones tendremos que hacer frente a crisis relacionadas con la “marca grande”. A los problemas que nos plantee la marca Iglesia Católica habrá que dar respuesta, porque nuestro público quizá nos lo demande. Otro aspecto relevante es tener claro hasta qué nivel queremos implicarnos, ya que muchas veces no somos los encargados directos de responder a este tipo de cuestiones.
https://www.arguments.es/wp-content/uploads/comunicarlafe/2012/06/CIMG3387-280x300.jpg" width="280" height="300" />Centrando de nuevo al tema: ¿compensa que mi página web tenga presencia en las redes sociales? Depende. No hay respuestas mágicas. Lo que es un error bajo todos los puntos de vista es utilizar las redes sociales como forma de promocionar la página o simplemente porque todo el mundo dice que hay que estar. Esto puede resultar desconcertante quizá pero tiene su explicación lógica cuando identificamos las redes sociales con escuchar a nuestro público.
Por tanto, es un error pretender hacer publicidad de nuestra página como presupuesto para entrar en redes sociales. Es cierto que llegarán más visitas si hacemos una buena gestión de las redes sociales, pero vendrán como consecuencia de esa buena comunicación con nuestro público. El segundo error sería abrir cuentas en las diversas redes sociales y no llegar a gestionarlas. Y sería un error grave, porque nuestra marca saldría perjudicada. Si no vas a dedicar tiempo a aprender cómo funciona cada red social y a interactuar con tu público mejor no abras ninguna cuenta.
Si optamos por entrar en las redes sociales hay que pensar una estrategia de actuación. Hay que tener claros qué objetivos queremos lograr. Para poder llevarlo a cabo tenemos que conocer el funcionamiento de las redes sociales, no en general, sino de cada una en particular. Y ello supone entrar en la conversación, dialogando con nuestra audiencia, conociendo sus necesidades y atendiendo a sus sugerencias. También supone compartir contenidos de otras páginas webs que sepamos que le pueden interesar a la gente que nos sigue. Muchas veces esto no se logra porque los católicos entran como extraños en las redes sociales y se dedican a publicitar su contenido, no escuchando a su público.
Por último, no podemos ignorar que las redes sociales tienen su propio ritmo. Están abiertas las 24 horas del día y los 7 días de la semana. Y una crisis de reputación se puede producir en cualquier momento por lo que habrá que estar pendientes de cómo marchan a diario nuestras cuentas. Echarle un ojo cada día no cuesta tanto. O es el precio que hay que pagar por estar en ellas.