">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2018/09/Cambia-tus-pensamientos.jpg"> No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones. -Steven Covey- Aunque es un chiste, manifiesta bien los diferentes puntos de vista que cada uno tenemos según nuestra propia experiencia. Un señor está explicando a un grupo de personas de distintas nacionalidades, los recursos alimenticios mundiales. Para situarse hace la siguiente pregunta: —¿Cuál es su opinión sobre la escasez de alimentos en el resto del mundo? —¿Qué significa «alimentos»?, pregunta un africano. —¿Qué significa «escasez»?, pregunta el europeo. —¿Qué significa «resto del mundo»?, pregunta un estadounidense. —¿Qué significa «opinión»?, pregunta uno de la antigua URSS. Los seres humanos recibimos la información a través de los sentidos, que son los receptores que transmiten los estímulos externos al cerebro que filtra esas señales eléctricas y las transforma en una representación interna según nuestras creencias, nuestras vivencias, nuestra idiosincrasia. Dos aficionados del Madrid y del Barça están viendo un clásico Madrid-Barça. Es el mismo partido, pero los comentarios no coinciden. ¿Por qué? Porque la representación interna, la experiencia que tenemos de un acontecimiento, no es exactamente el suceso en sí, sino la reelaboración interna que cada uno hace. Esto explica la gran diversidad de opiniones que existe. Nuestras acciones, nuestros comportamientos provienen de nuestras decisiones, y estas de nuestra actitud. La actitud se apoya en nuestras percepciones y estas en nuestros pensamientos que son, en definitiva, los que alimentan nuestros sentimientos. Por eso, si queremos cambiar a mejor nuestra vida, lo primero que tenemos que cambiar son nuestros pensamientos. De aquí se saca una conclusión práctica muy importante: la calidad de nuestra vida no está determinada por lo que nos ocurre, sino por lo que hacemos ante lo que nos ocurre. Tenemos ejemplos muy claros. Un mismo rostro puede suscitar dos reacciones opuestas, puede ser nuestro mejor amigo y, a la vez, el peor enemigo de otros. Cualquier cosa que es mala para alguien, puede ser buena para otro. Con frecuencia nos puede la subjetividad, por eso sería muy bueno ir cayendo en la cuenta de que vemos a través de nuestras «lentes», y que estas «lentes» condicionan nuestra interpretación de la realidad. Hay que intentar ser prácticos, positivos e inteligente buscando el lado menos malo en todas las situaciones problemáticas. No hay que ser ni ingenuo ni utópico. El dolor duele siempre, pero no es lo mismo un dolor esperanzado que un dolor sin sentido. Y es ahí donde nuestra actitud puede hacer el dolor menos doloroso, es cuestión de cambiar nuestros pensamientos.