">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2021/05/Cuenta-conmigo-2-1.jpg"> No puedo prometerte que solucionaré todos tus problemas, pero sí que estaré ahí para afrontarlos contigo. -Angelo-Kun- Cuentan que una persona grosera hizo un regalo a otra persona por su aniversario, pero, como en realidad la despreciaba, irónicamente mandó preparar una bandeja llena de basura y desperdicios. En presencia de todos, porque le daba placer humillar públicamente, mandó entregar el presente, que fue recibido con alegría por el agasajado. Gentilmente, el agasajado agradeció y pidió que lo esperara un instante, ya que le gustaría poder retribuir la gentileza. Tiró la basura, lavó la bandeja, la cubrió de flores, y la devolvió con un papel, donde decía: ?Cada uno da lo que posee. Si es para hacer el bien, cuenta conmigo. Si nos decidimos a ser una persona amable, de trato fácil, agradable, cercana y accesible, nos marcaremos un objetivo que todos agradecerán, pero que nosotros tendremos que bregar. No es fácil ?sobre todo para algunos? ser una persona de trato fácil, que no complique la relación con los demás. Ser acogedor es hacer sencilla la relación con las demás personas que no tienen que andar adivinando nuestro estado emocional. Ser agradable es conseguir que los otros se puedan relacionar con nosotros desde la tranquilidad, sin generar tensión. Alguien con quien no hay que estar en guardia por miedo a meter la pata, a decir algo que la enfade o incomode. La persona de trato fácil no se retuerce por dentro cuando a los demás les va bien. Se interesa por los demás, los escucha y les dedica tiempo sin más interés que el de atender a las personas y, si lo ve oportuno, te da un consejo no sin antes preguntar si estás interesado en escucharlo. Pide, sugiere, no manipula ni hace chantaje emocional. Ni pone a prueba a los demás a ver si adivinan sus necesidades, pues sabe que adivinar no es una facultad humana. Una persona acogedora, amable, es alegre, divertida, activa, optimista. Pasar un rato con ella puede ser más energizante que el subidón de una buena noticia. Cuando nos esforzamos por ser acogedores, nos volvemos agradecidos con la vida, con la gente, con el entorno, con nosotros mismos. Nos responsabilizamos de nuestra felicidad en lugar de culpar a los demás de cómo nos sentimos. Si tratamos de ser agradables, buena gente, actuaremos benévolamente, celebrando los logros de los demás y, si podemos, ayudando en todo lo constructivo, y así, por hábito, fluirá con naturalidad en nuestros labios: cuenta conmigo.