De mañana no pasa

11/12/2020 | Por Arguments

Antonio Rojas

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catequesis

la chispa

">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2020/12/De-mañana-no-pasa-A.jpg"> Tengo la firme convicción  de que lo contrario del amor  no es el odio, sino la apatía. -Leo Buscaglia-  Todos hemos recurrido ?y recurrimos de vez en cuando? al consabido «de mañana no pasa», pero llega mañana y de nuevo «de mañana no pasa». Si ocurre de tarde en tarde, no es muy grave la cosa; el problema verdadero es cuando caemos en el hábito de posponer, porque eso nos puede estancar en la búsqueda de vías para disfrutar de la vida y mejorar nuestras habilidades sociales o profesionales, conduciéndonos a la inmovilización o la frustración. Esta decisión puede conducir a un alivio temporal por la creencia de que, algún día, la tarea estará hecha; pero aplazar una tarea no hace que desaparezca, y menos aún que se resuelva. Mientras que el hábito de postergar una y otra vez nos puede llevar a un círculo vicioso, porque ceder a la postergación facilita el seguir postergando. Es práctico el viejo dicho: «Planea tu trabajo y trabaja tu plan». También ayuda el escribirlo porque al plasmarlo en el papel, se suma, con ello, una fuerza complementaria y superior al hacer nuestros objetivos visibles. Aunque, en ocasiones, no nos gusten ciertas tareas, debemos hacerlas, porque una tarea desagradable finalmente realizada, es mucho mejor que una que queda pendiente de realizar. Es fácil engañarnos con la perspectiva del mañana justificándonos que «más tarde será mejor», como si las acciones postergadas nos las encontraremos hechas por arte de magia. Soy de los que piensan que el aplazamiento es un gran freno para poder cumplir tareas cotidianas que deben ser atendidas, y, también, un gran límite para cumplir aquellas metas que deseamos en la vida. Vencer la pereza y la apatía no es tarea fácil, pero sí posible. No hay que olvidar que estas sombras son muy reincidentes y suelen visitarnos con frecuencia. Cuando esto suceda, debemos estar preparados para desactivarlas, y ventilar nuestras habitaciones emocionales con nuevos proyectos. Esta desidia se lleva incluso a lo espiritual como magistralmente lo manifiesta Lope de Vega: ¡Cuántas veces el ángel me decía: «Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía»!  ¡Y cuántas, hermosura soberana, «Mañana le abriremos», respondía, para lo mismo responder mañana!  Es muy práctico el esforzarnos por ser creativos para encontrar ventanas que nos hagan recuperar el gusto por el trabajo bien y eficazmente hecho, y para ello, lo mejor es cerrar la puerta al «de mañana no pasa».

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