El hombre ha de tomar ejemplo del alfiler: la cabeza le impide perderse. -Noel Clarasó-
Un curioso estudio publicado en la revista Sunshine sobre el modo de hablar de los ingleses, señalaba que la gente, normalmente, usa palabras que en inglés empiezan por la letra d antes que palabras que empiezan por la letra p. Entre las palabras que empiezan por d están: deuda, duda, desastre, desaliento, depresión, dificultad, decepción, desconfianza… El artículo mostraba que el grupo de palabras que empiezan por p es mucho más positivo y, sin embargo, sus palabras se usan menos: paz, prosperidad, pericia, progreso, perseverancia, posibilidades… Para el autor del artículo, las personas que utilizan del grupo p viven en el lado «adecuado» de la vida, están predispuestas a aportar chispa y belleza a muchas facetas de sus vidas, porque son propensas a ver el lado soleado de los acontecimientos. Sus días discurren más felices y armoniosos y las «cosas buenas de la vida» se cruzan frecuentemente en su camino. Hay, afirman en el artículo, otras personas que, por alguna razón, se las arreglan para estar siempre en el «lado equivocado de la vida», por mucho que anhelan que las cosas sean de otra manera. Dicen que hay temporadas en las que nada les sale bien; que cuanto más se esfuerzan por ser felices, peor le salen las cosas. Todos tenemos experiencias de estos dos tipos de personas. Convivimos con ellas. Por eso es inevitable la pregunta: ¿Dónde radica la diferencia entre estos dos estilos de vida tan opuestos? Es evidente que nuestra actitud mental puede contribuir a que las cosas buenas de la vida nos visiten o se alejen de nosotros. Nuestra actitud puede convertir el cielo en infierno o, a la inversa, el infierno en cielo. Entonces, ¿cómo podemos cultivar y desarrollar la actitud mental adecuada? A lo que uno presta atención, y en lo que uno cree, sea lo que sea, tiende a convertirse en su experiencia. A medida que nos ejercitamos en atenernos a la palabra p: prosperidad, progreso, posibilidades…, empezamos a percibir cambios positivos que transforman nuestra vida para mejor. En vez de dejarnos llevar por el pánico y ponernos bajo presión, debemos elevar nuestros pensamientos a un plano superior para renovar y restablecer la paz, serenar la conciencia y elevar la vida. Con frecuencia hay que dar un paso adicional al frente: se trata de avanzar con ánimo y valentía, confiando en el impulso positivo que nos mueve y sabiendo que el camino, a base de insistir, quedará despejado. Lo otro, el empezar por d, es situarnos en el lado equivocado.