">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2017/07/TABANO-2-1-e1500023645535.jpg"> En medio de la dificultad, yace la oportunidad. - Albert Einstein- La vida del presidente Lincoln fue rica en anecdotarios vitales. Paseaba un día por el campo y se encontró con un campesino que estaba arando sus tierras con un arado arrastrado por un pachorroso caballo. Cuando Lincoln se acercó a saludar al labrador, observó que el caballo tenía en su flanco un gran tábano, y como el insecto estaba picando y molestando al caballo, Lincoln levantó la mano para espantarlo, pero entonces le dijo el labrador: —No haga eso, amigo. Ese tábano es lo único que consigue que este viejo caballo se mueva. Cuando fue presidente, Lincoln escogió para un alto cargo, a un individuo que siempre encontraba la forma de cuestionar y obstaculizar cualquier cosa que intentaba hacer. Un día, un amigo, cansado de las impertinencias del alto cargo, le dijo al presidente: —¿No sería mejor nombrar a una persona más positiva, menos obstruccionista? ¿Por qué lo mantienes en el cargo? —Porque —respondió Lincoln— es mi tábano. Es cuestión de enfoque. Una adversidad, un problema, una experiencia desagradable, nos pueden hundir o ensalzar. Se trata de darle vueltas hasta convencernos de que ese evento se produjo para propiciar el crecimiento de mi alma y bendecirme. Si no necesitáramos la experiencia para crecer, sería improbable que nos sucediera. A veces, una situación que parece del todo innecesaria, es esencial para nosotros y para nuestro crecimiento y desarrollo personal y espiritual. San Pablo asegura que todo concurre al bien de los que aman a Dios (Rom 8,28). En las vidas de quienes han creído esta verdad, y la han aceptado en su día a día, el que parecía el peor escenario para sus intereses, se ha transformado en la mejor situación posible. No siempre ocurre, pero es frecuente sin lugar a duda. A nada que reflexionemos sobre nuestras vidas, encontraremos ocasiones en las que no éramos capaces de ver el valor de alguna persona o circunstancia, y estábamos tentados de espantarla o esquivarla. Necesitamos la perspectiva del tiempo para descubrir que esa molestia irritante, acabó siendo una bendición oculta. ¿No sería la vida una experiencia mucho más grata y llena de sentido, si nos adiestráramos a considerar como bendiciones ocultas a las personas difíciles y las situaciones irritantes? Así nos acostumbraríamos a ver a tales personas y circunstancias como ocasiones para crecer y cambiar para bien. Y, al igual que el tábano con el caballo, es perfectamente posible que esas personas y circunstancias incómodas, sean las que nos mantengan en movimiento.