Si no estás haciendo que la vida de alguien sea mejor, entonces estás desperdiciando tu tiempo. -Will Smith-
Como cada persona es como es, ante unos mismos estímulos, damos respuestas diferentes según somos cada uno. El mundo es el mismo para todos, pero lo vemos de formas diferentes. Un árbol es el que es, único, pero según lo mire un paseante, un biólogo, un amante de la naturaleza o un despreocupado, observará matices distintos. Con las personas ocurre lo mismo, los demás ven muchos matices, pero como me decía un colega: Antonio, somos únicos, un prodigio irrepetible, extraordinario, singular. Hay un solo ejemplar de cada uno de nosotros.
Y aunque todos necesitamos de todos, tenemos que asumir que la responsabilidad de elegir y definir nuestra propia vida es, fundamentalmente, nuestra. He constatado, sin embargo, que hay personas que sienten miedo de gobernar sus vidas. Y es un error porque para sentirnos realizados, tenemos que ser lo que somos, y perder los miedos; resulta penoso no vivir intensamente y privar, así, a los demás de lo mejor de nosotros mismos por no arriesgarnos. Nos vamos apagando por no vivir activamente involucrado en algo. Una pena cuando olvidamos que vivir significa mancharse las manos, ir al corazón de las cosas, poner la meta por encima de nosotros mismos buscando las estrellas. La vida nos hace saber que ha de ser vivida, que lleva en sí el germen del crecimiento continuo, que, como me repetía aquel entrenador que tuve en mi época de futbolista juvenil: Chavales, con las debidas excepciones, si adolecéis de algo, es porque no habéis luchado ?decidida y constantemente? por ello. Imitad a las águilas.
Y siempre nos ponía el mismo ejemplo: ?Cuando hay una tormenta, los pajaritos se esconden, pero las águilas vuelan más alto. Cuando está llegando la tormenta, todas las aves se retiran y alejan buscando refugio. El águila, en cambio, atraviesa la tormenta volando por encima de ella: los vientos turbulentos hacen que pueda remontar más alto y ganar perspectiva… Que en las tormentas de la vida tu corazón pueda elevarse como un águila. Y acordaos, chavales, que esto vale para toda la vida: Si quieres volar como las águilas, no vivas rodeado de gallinas. En la vida tenemos muchas alternativas; aconsejo una: optar por ser uno mismo. Aceptarnos como somos y automotivarnos continuamente porque, como me dijo aquel compañero profesor: «Cada uno, Antonio, somos un milagro, una maravilla única e irrepetible. Como nosotros no hay nadie, somos un solo ejemplar».