¡Oh, Señor, haber llegado al umbral de la muerte, sin haber vivido en absoluto! -Henry David Thoreau-
De mis treinta años dedicados a la enseñanza, recuerdo lo que me contaba un compañero sobre lo que le había ocurrido en una tutoría. Hablaba personalmente en su despacho con una alumna: ?Estuvimos charlando más de una hora y, en todo ese tiempo, la palabra que más empleó la alumna fue: «yo». Todo giraba alrededor de su ego. La escuché pacientemente, y cuando me dijo: «No estoy segura de qué quiero sacarle a la vida», le dije: Espera, antes de pedirle a la vida, por qué no te preguntas ¿qué le estás tú dando a la vida? Día tras día te sirves del suelo, del aire, de la belleza. ¿Qué es lo que tú le devuelves?
Quizás por contraste, me acordé de aquel montañero que, caminando por uno de los grandes bosques de secoya de California, encontró un rótulo que era un canto a la generosidad de la vida: ?Un árbol pasa toda su vida dándose. Incluso cuando muere y queda sobre la superficie de la tierra, sigue colaborando en el ciclo de la vida. Los microorganismos que proceden a su descomposición hacen que se mezcle con el suelo confundiéndose con él devolviendo, así, todo lo que asimiló para que otros puedan vivir. Cuando lo leí ?me comentó el montañero? pensé que esa reflexión se podría aplicar a las personas porque al menos, aunque sea al final de la vida, tendremos algo que dar.
Quizás el objetivo de la vida se cifra en contar para algo, en importar, en hacer alguna señal que indique que hemos vivido. Que hemos recibido y que hemos dado. Que nos enriquecieron y enriquecimos. Que ayudamos a comprender y reconocer las nuevas alternativas y caminos desconocidos a lo largo de la vida. Que la alegría es fruto del darse y que, aunque el mundo en general ha olvidado dar y se ha vuelto egoísta, hay que recuperar ese terreno perdido y volver al amor desinteresado, ese amor que es vida: vivir con amor es vivir la vida, y vivir la vida es vivir con amor. Por eso lo importante no es solo tomar lo que la vida nos da, sino devolverle algo. Considero que la vida es el regalo que nos hace Dios, y la forma de cómo vivamos nuestra vida, es el regalo que nosotros le hacemos a Dios. Y para que ese regalo sea espléndido no nos olvidemos de dar, de darnos.