Un barco está seguro en el puerto, pero para eso no son los barcos. -William G.T. Shedd-
Estaba yo una tarde paseando tranquilamente por un parque que tenía un pequeño lago. A cierta distancia observé a un matrimonio con un niñito que daba los primeros pasos. El niño se soltó de la mano de su padre y se dirigió al lago, el padre, instintivamente, fue a cogerlo, pero la madre le hizo un gesto y le dijo: «¡No, déjalo, a ver qué hace!». El niño con sus pasos vacilantes se dirigió al lago, pero se paró antes de llegar a la orilla. El peligro que habían imaginado los padres ?que el niño cayera al agua? no llegó y el niño irradiaba felicidad porque había conseguido andar solo. Se me grabó la escena y me alegré de que aún haya padres que tienen clara la idea de que todo crecimiento implica un riesgo y que el proteccionismo retrasa la madurez y lleva la guardería a la universidad. Para disfrutar de la vida tenemos que arriesgarnos una y otra vez. Y si fallamos, pero asimilamos el error, no importa porque aprendemos a andar cayendo y si no nos caemos, nunca aprenderemos a andar. Es así. Es evidente que cualquier meta que merezca la pena implica un elemento de riesgo. En mi opinión, una de las mejores formas de aumentar nuestras probabilidades de lograr lo que nos proponemos es arriesgarse y perseverar. Cuanto más perseveramos, más avanzamos en el camino que lleva a la meta. Aunque el riesgo no debería suponernos una perdida que influya gravemente en la salud o situación económica, en mi opinión, el riesgo debe conllevar algún beneficio, aunque al final no nos lleve a la meta principal; es decir, hay que arriesgarse a caer, pero con probabilidades de volver a levantarse. Lo que está muy claro es que, si renunciamos a nuestros sueños, ¿qué nos queda?, ¿en qué nos convertimos? Seríamos algo así como un pájaro con las alas recortadas: podremos dar saltitos de supervivencia, pero no disfrutaremos de la espléndida vista que nos posibilita el batir las alas para ganar altura. La experiencia me dice que todo el que ha conseguido un gran logro, ha tenido que arriesgarse de alguna manera. Aunque parezca un juego de palabras, la verdad es que el mayor riesgo para el pleno desarrollo de nuestras posibilidades es no aventurarnos en ningún riesgo, porque todo crecimiento implica un riesgo.
