">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2023/01/la-sal-da-sed-A-1.jpg"> Un hombre puede tener éxito en casi cualquier cosa por la que tenga entusiasmo ilimitado. -Charles M. Schwab- En una reunión de formadores cristianos, surgió un animado coloquio comentando el texto de Mt 5,13: «Vosotros sois la sal del mundo». Los asistentes aportaban una definición tras otra sobre el significado de la sal. ?La sal da un sabor agradable a las comidas, dijo uno ?La sal preserva de la corrupción, añadió otro. ?La sal cura escociendo, sentenció un tercero. ?La sal da sed. Es como el entusiasmo: suscita deseo, expuso el coordinador del grupo. Se define el entusiasmo como: «Exaltación y emoción del ánimo, producidas por algo que se admira. Adhesión e interés que llevan a apoyar una causa o a trabajar en un empeño». Y, efectivamente, es difícil mantenerse neutral o indiferente ante la presencia de una persona entusiasta generando iniciativas creativas, y proponiendo soluciones realizables desde una actitud mental positiva. Un ejemplo de persona entusiasta es aquella que está dispuesta a involucrarse en cualquier cosa que le merezca la pena, porque su lema es: «¡Vamos a intentarlo!». Es muy práctico que cada mañana, lo mismo que nos aseamos la cara, también nos aseemos la actitud y, sonriendo, nos digamos a nosotros mismos: «¡Hoy voy a intentar ser una persona entusiasta!». ¿Proyectamos alegría para vivir y entusiasmo para hacer las cosas? ¿Notamos cómo otras personas reflejan nuestra sonrisa o, por lo contrario, reflejan nuestra seria cara? ¿Recordamos algún momento en el que hubiéramos obtenido otros resultados, si hubiéramos proyectado entusiasmo en vez de pasividad o negatividad? La gente entusiasta son personas que hacen cosas porque intentan conseguir buenos propósitos, y están convencidas de que nadie ha conseguido llegar muy lejos quejándose de lo difícil que es la vida. El entusiasmo es un estado anímico con el que se muestra mucho interés y motivación por lo que hacemos, y eso nos lleva a esforzarnos por investigarlo, conocerlo, descubrirlo o llevarlo a cabo. La persona entusiasta se muestra alegre, enérgica, activa y, claro, contagia. Recuerdo perfectamente el comentario de un buen amigo mío, Paco Pepe, cuando le alabamos su entusiasmo: ?Debe ser hereditario. Mi madre me contagia su entusiasmo, ya que todos los días se levanta de buen humor y con muchas ganas de encarar la jornada. El entusiasmo nace y se hace; por eso sería muy positivo que cada día nos esforzáramos un poco por ser entusiastas, y actuar como la sal, despertando sed en los que nos rodean: sed de valores, sed de bondad, sed de Jesucristo.