">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2019/09/NUNCA-TE-DETENGAS-3-e1567760612377.jpg"> Comenzar bien no es poco, pero tampoco es mucho. -Sócrates- Gattaca es una película estadounidense de ciencia ficción-drama de 1997. En ella dos hermanos compiten nadando en el mar. Como uno de ellos es bastante más débil que el otro, ha pensado una estrategia para ganar a su hermano, y siempre da resultado: ?¿Por qué siempre me ganas?¡Yo soy mejor que tú! ¿Cómo lo consigues? ¿Cómo has podido conseguirlo? ?¿Quieres saber cómo lo consigo? ¿Realmente lo quieres saber? Así es como lo conseguí: ¡Jamás me reservé nada para la vuelta! Sería ideal, pero no es cierto, que con solo tener ilusión y hacer cierto esfuerzo, las dificultades desaparecen por arte de birlibirloque. Hay problemas que se alargan en el tiempo, y se necesita bastante esfuerzo para superarlos, y superar también las dificultades internas que nosotros mismos añadimos: desazón, abatimiento, desánimo, monotonía, aburrimiento… Por eso son fundamentales dos aspectos de la fortaleza: perseverancia y paciencia. La falta de perseverancia y paciencia aparece con frecuencia en nuestras vidas y nos dedicamos a mariposear: nos dan un interesante libro nuevo y, a la mitad, lo abandonamos porque necesitamos hacer deporte, por ejemplo. O nos ponemos a estudiar un idioma con un método rápido y no pasamos de la 4º lección porque nos han animado a aprender a tocar un instrumento musical. Instrumento que se nos hace costoso y por eso pensamos que tiene poca utilidad y mejor lo dejamos por una cámara de foto que nos han regalado… El hecho es que en cuanto aparecen las primeras dificultades abandonamos el proyecto apoyándonos en las poderosas razones del no me apetece, y nos olvidamos de que el que se mima a sí mismo se vuelve blando. La vida fácil, aunque atractiva al principio, se hace cada vez más trabajosa, y trae luego un amargo despertar al mundo real. Santa Teresa de Calcuta, cuya vida fue una carrera de obstáculos, escribió: Sigue aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que, en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr; trota. Cuando no puedas trotar; camina. Cuando no puedas caminar; usa el bastón. ¡Pero nunca te detengas! Qué duda cabe que sería fantástico tener ganas todos los días, pero no siempre se tienen. Hay veces que nos entusiasma hacer lo que debemos y veces que no. Y unos días sí y otros no. Llegan temporadas en que todo parece cuesta arriba y las tentaciones de abandonar nos asaltan; es el momento de seguir adelante aplicando el consejo de la Madre Teresa: ¡nunca te detengas!