">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2020/07/Leer-A-.jpg"> Leer es alimentarse, y el peligro más común no es el empacho, sino la anemia. -Juan Luis Lorda- En la película A Bronx Talle (en español Una historia del Bronx), el joven protagonista le pregunta a Sonny, el jefe del barrio: —Oye, Sonny, ¿tú en la cárcel qué hacías? —En la cárcel solo se pueden hacer tres cosas: meterte en líos, levantar pesas o buscarte enemigos. —¿Y tú qué hacías? —¿Yo?... leer. La lectura permite adquirir erudición, conocimientos que nos ayuden a desarrollarnos adecuadamente como personas civilizadas, porque la inteligencia y la cultura que poseemos son el cimiento de nuestra personalidad. A través de libros y revistas buenos, seleccionando lo que leemos en Internet, podemos saber lo que otras personas han escrito y conocernos mejor, conocer el mundo que nos rodea y, así, relacionarnos mejor con los demás. La inteligencia marca la pauta de nuestras acciones, de ahí que sea fundamental tener bien amueblada nuestra cabeza, para tomar las decisiones más atinadas en lo posible. Quien cultiva su mundo interior se libera de las sensaciones externas, y vive con más intensidad y es más feliz. El que ama la pintura, por ejemplo, y sabe disfrutar de un hermoso paisaje, de un buen cuadro o de una bella fotografía, goza de experiencias que no entiende el que no aprecia estas manifestaciones culturales. El mundo interior de cada uno tiene su reflejo en el exterior, ya que es el interior de una persona el que da luz para resolver los problemas de la vida. Y este mundo interior se alimenta de la experiencia y de la lectura, al ver cómo otros muestran caminos exitosos en sus libros, o narran vivencias negativas de las que aprendemos qué no debemos hacer. Si nos abandonamos, si no alimentamos nuestro mundo interior, o nos volcamos en exceso en el cultivo de nuestra imagen exterior, no es posible resolver los problemas que nos alejan de la felicidad. La ignorancia siempre nos lleva a simplificar las cosas, de ahí la falta de matices de los ignorantes que, con su pobreza, son incapaces de ver la riqueza de tonalidades que se requiere para disfrutar de la vida en cualquiera de sus etapas o condiciones. Por eso, vencer la ignorancia con el cultivo de la lectura es uno de los grandes aciertos en la vida de cualquier persona. Hay que aprovechar el tiempo con lecturas que nos enriquezcan. Libros que enriquezcan; que también los hay dañinos como decía santa Teresa cuando se envició en leer libros de caballería que comenzaron a enfriar mis buenos deseos. Sería estupendo que, ante cualquier encrucijada de la vida, si nos preguntasen: ¿Y tú que hacías?, respondiéramos siempre: ¿Yo?... leer.