El Viernes de Dolores es una fiesta variable; es decir, no tiene un día propio, cada año varía. Se celebra el último viernes de Cuaresma, previo al Domingo de Ramos. A este semana se le llama también Semana de Pasión, y marca el inicio de la Semana Santa, que termina con el Domingo de Resurrección, dando paso al Easter Time.
Este día la Iglesia recuerda y se une al dolor de la Virgen María por la muerte y crucifixión de su hijo Jesús. María llena de dolor está representando a todas las madres del mundo que han pasado por la prueba de amargura sin límite de ver morir a un hijo.
En el Viernes de Dolores, los fieles ofrecen agua o nieve para simbolizar las lágrimas que derramó la Virgen María con la muerte de su hijo Jesús. En la tradición mexicana, la Virgen de Dolores, además de recibir de los religiosos agua de colores con semillas de chía o nieve para representar las lágrimas, también recibe manteles y flores blancas, que significan la pureza; naranjas amargas pintadas de dorado, que indican aflicción, pero con la alegría de la próxima resurrección, y velas de luz para iluminarla.
Stabat Mater ("Estaba de pie la Madre", en latín) es una secuencia (himno o tropo del Aleluya gregoriano) atribuida al papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi. Se la data en el siglo XIII. Comienza con las palabras Stabat Mater dolorosa ("De pie la Madre sufriendo"). Como plegaria medita sobre el sufrimiento de María, la madre de Jesús, durante la crucifixión de su hijo. The Stabat Mater en la pintura: En las artes plásticas, Stabat Mater es un tema del arte cristiano que representa a la Virgen, de pie, a la derecha de Cristo crucificado (es decir, a la izquierda del espectador), mientras que el apóstol Juan, también de pie, se representa a la izquierda de Cristo (es decir, a la derecha del espectador); reproduciendo la escena evangélica durante la que Cristo pronunció la tercera de las "siete palabras": "Mujer, aquí tienes a tu hijo ... Aquí tienes a tu madre", (Juan, 19: 26-27). Es habitual que se disponga la escena como parte superior de retablos y coros altos; y conforma muchas de las Crux triumphalis y de las estaciones número doce de los viacrucis.
La madre piadosa estaba
junto a la Cruz y lloraba,
mientras el Hijo pendía.
Cuya alma riste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
Oh, cuán triste y afligida
se vio la Madre escogida,
de tantos tormentos llena.
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
Y ¿cuál hombre no llorara
y a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
Y ¿quién no se entristeciera,
piadosa Madre, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo
vio Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre;
Y muriendo al Hijo amado,
que rindió, desamparado,
el espíritu a su Padre.
Oh Madre, fuente de amor,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
Y porque a amarte me anime
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de su pena mientras vivo.
Porque acompañar deseo
en la Cruz, donde le veo
tu corazón compasivo.
Virgen de vírgenes santas,
llore yo con ansias tantas
que el llanto dulce me sea.
Porque tu pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte
que siempre sus penas vea.
Haz que su Cruz me enamore;
y que en ella viva y more,
de mi fe y amor indicio.
Porque me inflame y encienda
y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén.
Porque cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
"Oh María, Tú que has recorrido el Camino de la Cruz junto con Tu Hijo, quebrantada por el dolor en Tu Corazón de Madre, pero recordando siempre el "fiat" e íntimamente confiada en que Aquél para quien nada es imposible cumpliría sus promesas. Suplica para nosotros y para los hombres de las generaciones futuras la gracia del abandono en el Amor de Dios. Haz que ante el sufrimiento, el rechazo y la prueba, por dura y larga que sea, jamás dudemos de su Amor. A Jesús, tu Hijo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén" , San Juan Pablo II.