">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2019/04/VIVIR-AGRADECIDAMENTE-2-e1556276121955.jpg"> La gratitud es como aquel licor de Oriente que solo se conserva en jarros de oro: perfuma las almas grandes y se agria en las pequeñas. -Jules Sandeau- Cuenta una antigua leyenda oriental que en cierto reino estaba establecida la siguiente costumbre: era obligado que todo aquel que se encontrara con el rey, le ofreciera un regalo. Un día el rey se cruzó con un sencillo campesino que, a falta de otro don que ofrecerle, fue rápido a una fuente, tomó agua haciendo un cuenco con sus manos y se la ofreció al monarca. A los pocos días el súbdito tuvo una maravillosa sorpresa: el rey le enviaba como regalo una copa de oro grabada con el escudo real y con esta leyenda: gracias por tu agua. Una mente agradecida propicia la presencia del bien a su alrededor. El vivir agradecidamente genera bendiciones en nuestra vida a través de la empatía que suscita el poder de una mente gratificante. Voy a señalar tres formas habituales y asequibles de agradecer:
Todos tenemos experiencia de que una de las mejores formas de aprender matemáticas es resolviendo problemas. También sabemos que una de las más eficaces maneras de prepararse para una gran competición, es entrenándose con un rival fuerte y competitivo. La adversidad, una vez superada, nos fortalece. Entiéndaseme bien: no se trata de dar gracias por el problema en sí mismo, sino por la fortaleza y por el conocimiento que resultan de esa experiencia. Dar gracia por adelantado por este crecimiento personal, nos ayuda a progresar en virtud ante cualquier reto que se nos platee en la vida. Superar el obstáculo, atravesar el sufrimiento y no solo «pasar por». Hay que entrenarlo, pero aprendiendo a ver el lado adecuado de cualquier circunstancia, seremos felices e irradiaremos el bienestar propio del que sabe vivir agradecidamente.