">https://www.arguments.es/wp-content/uploads/comunicarlafe/2014/10/71.jpg"> En la liturgia la música tiene por finalidad ayudar a orar e introducir en el misterio que se celebra. En la beatificación de Álvaro del Portillo ese papel lo desempeñó la Orquesta Sinfónica y el Coro JMJ (coro base) en compañía de otros coros procedentes de los más diversos lugares. Así, a las ciento cincuenta voces del coro base, se sumaron otras cien. La música, cuidadosamente escogida para la ocasión, acompañó la Eucaristía de beatificación y la Misa de acción de gracias un día después. Su director, Borja Quintas, declaró que se trata de una ocasión muy especial: “Nuestra orquesta sinfónica y coro nacieron para la Jornada Mundial de la Juventud. Tuvimos esa primera experiencia de actuar en un acto multitudinario con personas de todo el mundo y esta es la segunda vez que nos volvemos a reunir para una ocasión parecida. […] Cuando nos llamaron para participar en esta ceremonia nos hizo muchísima ilusión. Hemos puesto todo nuestro trabajo y todo nuestro empeño – asegura–”. Destaca también la vinculación geográfica del nuevo beato con la orquesta. Los preparativos han sido largos. “A finales del 2013, principios de 2014 se forman el coro participativo y el coro base, se envían también partituras para que los coros que vienen de fuera empiecen a preparar materiales en sus países y el coro JMJ empieza en abril-mayo a preparar el material – indica el director–. En los últimos días nos reunimos Orquesta Sinfónica y Coro y el trabajo lo hemos presentado en estos dos días. […] Los arreglos han sido hechos por nuestros compositores” Para la orquesta, afirma Quintas, el momento musical más especial fue la interpretación de ‘Dulce Madre’, composición específica para la ocasión, que fue interpretada ambos días en el ofertorio. Está basada en la oración mexicana con el mismo nombre, que D. Álvaro aprendió de niño.

José Manuel y Santiago son hermanos. El primero es violista y el segundo canta en el coro. Para José Manuel, tocar en la beatificación de D. Álvaro es “un privilegio” del que ha disfrutado. “Tocar un instrumento en un acontecimiento como éste tiene algo especial. Es como otra forma de rezar. Es una forma de ofrecerle a Dios lo que él me dio primero: la música.” Para este joven músico, si hubiese que destacar algunos momentos musicales, sin duda serían el canto del “Panis Angelicus y el Ave María de Tomás Luis de Victoria.” Resalta que, como dijo el card. Amato en su homilía, “D. Álvaro del Portillo era consciente de que Dios le había dado muchos dones, y que tenía la obligación de no quedárselos para él sino compartirlos con los demás para llevarlos a Dios”.

Santiago considera que el servicio prestado desde el coro le ha permitido “vivir un evento de esta magnitud de una forma completamente distinta.” Recuerda su presencia en las beatificaciones presididas por San Juan Pablo II en Madrid y asegura que “no tiene nada que ver estar con toda la gente siendo pequeño, que ahora, a los 20 años, participando en el coro, en el mismo altar, viendo […] la cantidad de gente que había y cómo vivían todos juntos lo mismo. Ha sido una experiencia impresionante.” Le ha conmovido el silencio, especialmente en el momento de las peticiones, cuando resonaba el canto del ‘Dominum deprecemur’ (Roguemos al Señor).

Uno de los coros que se unió al coro base es el que dirige en canarias Cristina. Les “hacía muchísima ilusión participar con todas las niñas que están cantando a diario en el colegio”. Para ellas “D. Álvaro ha sido siempre un referente y nos hacía mucha ilusión participar en este evento”. Para su coro, cantar en la beatificación supone “participar de la fe con todos los demás y volver a ‘inflarnos’, llenarnos de esa fe y volver a nuestra tierra. Nos ayuda a seguir adelante”.