https://www.arguments.es/wp-content/uploads/arte/2016/12/image-2016-12-21-1.jpg|https://www.arguments.es/wp-content/uploads/arte/2016/12/image-2016-12-16-2.jpg|https://www.arguments.es/wp-content/uploads/arte/2016/12/image-2016-12-21.jpg' style='height:auto;max-width:500px;width:100%;display:block;margin:auto;object-fit:cover'>
Jericó está a la vista de nuestros caminantes. Es una ciudad rica, inmensa, antigua. Un oasis entre el Mar Muerto, y el escarpado desierto de Judá. Se ven palmeras, flores de naranjo y huele a perfume de jazmín. Hay ricos mercaderes llevados en literas por sus esclavos. Cientos de personas más humildes -cumpliendo con el mandato del César- se acercan a la ciudad, cuyos muros hace siglos cayeron con las trompetas de Josué. María considera que el Mesías que lleva en su seno derribara otros muros, que nos impiden el diálogo con Dios.
Entrada anterior: Raíz de Jesé - Miércoles IV Semana de Adviento Entrada siguiente: Jerusalén - Viernes IV Semana de Adviento