¿Has perdido la paz y no sabes cómo recuperarla? ¿Estás triste y vacío? ¿Quieres ser mejor pero te pesan tus faltas y miserias? ¿Hay algo de tu pasado de lo que te arrepientas? ¿Estás que no te aguantas ni tú? En definitiva, te gustaría resetear tu corazón, pero no sabes cómo. ¡Pues estás de suerte, empezar de nuevo es posible!
Gracias a la Confesión, también llamado el sacramento de la penitencia o de la reconciliación, Dios nos perdona los pecados a través de un sacerdote si cumplimos algunas condiciones y nos da su ayuda para hacer el bien. “La fe es el encuentro con la Misericordia, con Dios mismo que es Misericordia, el nombre de Dios es misericordia”, Papa Francisco.
Aquí encontrarás una guía de cómo confesarte, exámenes de conciencia y una explicación para resolver las dudas más frecuentes.
Algunas ideas del Papa Francisco sobre la confesión:
“Ir a confesarse no es como ir a la tintorería, donde te quitan una mancha. No, es ir a encontrar al Padre, que reconcilia, que perdona y que festeja".
“La confesión no es un “juicio”, sino un “encuentro” con un Dios que perdona y olvida cada pecado de la persona que no se cansa de pedir su misericordia. Ante todo, ¡Dios perdona siempre! No se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Pero Él no se cansa de perdonar. Cuando Pedro pregunta a Jesús: “¿Cuántas veces debo perdonar? ¿Siete veces? No siete veces: setenta veces siete”. Es decir siempre. Así perdona Dios: siempre. Y si tú has vivido una vida de tantos pecados, de tantas cosas feas, pero al final, arrepentido, pides perdón, ¡te perdona inmediatamente! ¡Él perdona siempre”.
“El modelo es el hijo pródigo de la Parábola, que arrepentido prepara un razonamiento para exponerle a su padre, el cual ni siquiera lo deja hablar, sino que lo abraza y lo tiene junto a sí. No hay pecado que Él no perdone. Él perdona todo. ‘Pero, padre, yo no voy a confesarme porque hice tantas cosas feas, tan feas, tantas de esas que no tendré perdón...’ No. No es verdad. Perdona todo. Si tú vas arrepentido, perdona todo. Tú comienzas a pedir perdón y Él te hace sentir esa alegría del perdón antes de que tú hayas terminado de decir todo. Además cuando perdona, Dios hace fiesta. Y, en fin, Dios “olvida”. Porque lo que le importa a Dios es encontrarse con nosotros”, Papa Francisco.