Si añades un poco a lo poco y lo haces así con frecuencia, pronto llegará a ser mucho. -Hesíodo, poeta griego-
En mi época de niño estaba muy generalizado un juguete que se llamaba el tentetieso. Era —es— un muñeco que tiene un contrapeso en su base redondeada, de forma que cuando lo empujamos o desequilibramos, cualquiera que sea el golpe, siempre, siempre vuelve a su posición vertical; de ahí que cuando se quiere mantener una postura firme y decidida, a pesar de las dificultades, se use la expresión: bofetón y tentetieso. Walter Elias «Walt» Disney (1901?-1966) fue un productor, director, guionista y animador estadounidense. Figura capital de la historia del cine de animación, famoso por personajes como el pato Donald o el ratón Mickey. Sin embargo, en sus inicios como caricaturista, fue rechazado por varios periódicos que le decían que no tenía talento, imaginación o ideas originales. Pero él aplicaba la ley del tentetieso. Decía: La diferencia entre ganar y perder a menudo consiste en no abandonar. Y triunfó. Todos hemos experimentado en más de una ocasión, esa sensación de desánimo que nos invitaba a tirar la toalla, dejarlo todo y quedarnos ahí sin poder hacer nada ante algún obstáculo, dificultad o problema, porque, al no ver resultados inmediatos en nuestra vida, pensamos que ya todo está perdido, que no podemos seguir adelante porque hemos intentado muchas veces solucionar esos problemas o alcanzar la meta propuesta, y parece que no avanzamos, que es un luchar contra molinos de vientos, que… Es el momento que emerge del paralizador desánimo que mata la esperanza de triunfo, que mata las ganas de batallar para salir adelante, que nos nubla de la vista la meta haciéndonosla ver muy lejos e inalcanzable. Casi siempre que toco el tema de la constancia, de la perseverancia, de no ceder ante el desaliento, me viene a la mente la imagen de aquel paisano mío, agricultor recio, curtido en años y batallas, que cada vez que tocábamos este tema me recitaba una estrofa que aprendió, aunque no recordaba dónde: Cuando tenga tu camino solo cuestas que subir; cuando tengas poco haber, pero mucho que pagar y precises sonreír, aun teniendo que llorar. Cuando el dolor te agobie y no puedas ya sufrir, descansar acaso debas, pero ¡nunca desistir! Tropezar y caerse es un proceso habitual de la existencia humana; eso es natural, lo que diferencia la calidad de vida de las personas es lo que viene después del tropezón: caer y quedar postrados, o tentetieso.