">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2022/11/La-clave-d-ela-vida-e1667566586512.png"> El valor intrínseco de la vida depende de la conciencia y del poder de contemplación, no de la mera supervivencia. - Aristóteles- Marysía Szumlakowska, señora del famoso guitarrista Narciso Yepes, prometió a su marido que escribiría un libro contando la experiencia de la enfermedad y muerte de Narciso. El libro vio la luz con el nombre de Amaneció de noche, y en la introducción dice Marysía: «Ahora la realidad de tu muerte se ha sobrepuesto a la del sueño con una claridad, mayor aún, si cabe. Todo son signos para el que sabe leerlos. Has dejado una estela de luz. ¡La cola de tu cometa se ha quedado de este lado! Te has ido aspirado por la luz y rodeado de amor. En el instante en que volaste de tu cuerpo, yo me quedé en una inmediata soledad desgarradora y jubilosa, porque me sentía dentro de una corona de luz de una densidad irrepetible, con una necesidad apremiante de transmitir ese amor a todos». Si hacemos de nuestras vidas un ejercicio de amor cotidiano, la muerte no será otra cosa que una puerta que, al cruzarla, nos permitirá seguir amando interminablemente. Se acaba, así, con la tétrica imagen de la muerte como fin de todo, porque, desde la óptica del amor, la muerte es la clave de la vida. Comenta Marysía que, a su juicio, Narciso supo hacerse uno con la voluntad divina y ofreció su vida en respuesta de amor al Padre. Cuando se vive así, toda vida es una siembra de semillas que fructifican en amor, y, al morir, el único cambio es que se pasa del amor al Amor, y, como consecuencia, la muerte ya no existe. A pesar de los fuertes dolores que le provocaba la enfermedad, a pesar de su mano y su brazo derechos destrozados por el linfoma, cuatro días antes de su muerte, a un amigo que fue a visitarlo al hospital, Narciso le dijo: —¡Si Dios me cura la mano, bendito sea, y si no me la cura, bendito sea! Por eso Marysía lo tiene claro y afirma con rotundidad: —Narciso no ha muerto, ha emprendido el viaje de retorno a la plenitud. Viendo ejemplos así, tenemos que aprender que —aunque tiene mala prensa— sabiéndola enfocar, toda muerte es una gracia, un inicio de nueva vida. Es una puerta que se abre a otra dimensión; por eso la muerte no es algo lúgubre de lo que, por instinto, debamos huir, sino que, con un adecuado enfoque cristiano, la muerte es la clave de la vida.