">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2019/06/La-oscuridad-necesaria-1-e1561112374887.jpg"> Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto. -Antonio Porchia- Me encuentro por las estribaciones del macizo de Gredos cuando escribo estas notas. Son de una belleza sin par las claras noches donde se percibe un cielo totalmente cuajado de estrellas. Una noche, mientras miraba embelesado el incomparable espectáculo, se me ocurrió pensar: ?Realmente, si no fuera por la oscuridad del espacio, desde la tierra no podríamos ver la luz estelar. Ocurre como en el cine, es necesario que la sala esté a oscura para disfrutar de la película, porque es la oscuridad lo que permite que la película pueda ser vista con nitidez. ¿No ocurre, también, que la luz celestial que hay dentro de cada uno de nosotros se hace visible sobre un oscuro trasfondo? No me refiero a una oscuridad negativa, destructiva o paralizante, sino más bien a ese fondo sereno asiento de fortaleza. A esa oscuridad constructiva, ¿no podríamos compararla con la humildad? Esa capacidad nuestra que nos enseña que no nos es dado conocer todas las cosas y que, aunque seamos los reyes de la creación, somos muy limitados. La humildad es sabiduría; consiste en saber que somos inteligentes, pero no omniscientes. La humildad no es minusvaloración de nosotros mismos, porque creer que carecemos de valor o que, de algún modo, hemos sido creado con deficiencias ?a causa de nuestras limitaciones?, no es de personas inteligentes. La humildad es una actitud flexible que nos hace un buen servicio al disponernos a aprender de los demás, y nos ayuda a no simplificar tanto a las personas y a los acontecimientos, que los encerremos en la clásica dualidad: si/no, blanco/negro. La humildad es una puerta de entrada a una compresión más profunda, porque, así como la acción de gracias abre la puerta al crecimiento espiritual, así la humildad abre la puerta a un mayor conocimiento y una mayor apertura mental. La humildad nos brinda la oportunidad de aprender unos de otros, puesto que ella nos capacita para abrirnos unos a otros y ver las cosas desde el punto de vista de la otra persona. La humildad nos permite evitar los pecados de orgullo e intolerancia, abre la puerta a los ámbitos del espíritu, al progreso en la religión y en el conocimiento. El escritor, poeta y filósofo estadounidense, Henry David Thoreau (1817 -1862), decía que al igual que la oscuridad, la humildad revela la luz celeste. Concluyo, pues, con la misma idea. La humildad es como esa oscuridad necesaria que nos permite ver los celestiales puntos de luz que el sol (orgullo) nos oculta.