Hace no mucho me encontré con una imagen viral. Se trataba de una superposición de imágenes que se volvería una interesante crítica a nuestra sociedad. He https://www.arguments.es/wp-content/uploads/comunicarlafe/2020/02/camilo-jimenez-qZenO_gQ7QA-unsplash-300x200.jpg" alt="" width="300" height="200" />intentado rastrear al autor, pero no he tenido éxito así que supongo que lo que inició como un meme, terminó haciendo eco en la cabeza de todos los que se toparon con la imagen en redes sociales. La imagen originalmente fue pintada por John William Waterhouse, un artista europeo afiliado a la Royal Academy of Arts de Reino Unido en 1903. Ya que nació en Roma y puesto que realizó varios viajes a Italia, su obra está claramente influenciada por la mitología y la literatura grecorromanas. Eco y Narciso son los protagonistas de la escena que retrató en aquel famoso lienzo que tiene por título el nombre de los retratados.
https://www.arguments.es/wp-content/uploads/comunicarlafe/2020/02/WhatsApp-Image-2020-01-28-at-16.24.18-300x300.jpeg" alt="" width="300" height="300" />Narra la mitología griega que Narciso era un joven guapo, de porte llamativo e imponente del que miles de doncellas se enamoraban y mismas que se veían rechazadas por aquel varón vanidoso hasta la médula. Entre quienes no habían tenido suerte en conquistarlo, se encontraba la ninfa Eco, misma que había sido condenada por la diosa Hera a repetir lo último de todo lo que se le dijera por haberla hecho enojar. Al no poder articular palabras propias, la ninfa era incapaz de confesarle su amor. Seguramente el mito de esta ninfa es de donde se toma el nombre para el fenómeno auditivo del eco, por que el fenómeno también hace que el rebotar del sonido “repita” lo que las personas dicen. Un día Narciso caminaba con sus compañeros por el bosque y se apartó unos momentos de ellos tras haber escuchado ruidos sospechosos. El joven preguntó “¿Hay alguien aquí?” a lo que eco respondió “Aquí, aquí”. Narciso la llamó pero cuando Eco corrió ilusionada a sus brazos, Narciso la rechazó cegado por su vanidad. Eco se deprimió y se retiró a vivir en una caverna. Por su engreimiento, la diosa de la venganza, Némesis, lo hizo enamorarse de su imagen reflejada en un lago. Su obsesión fue tal, que su contemplación absorta le impidió separarse de su reflejo. Se enamoró sin saber de qué o de quién. Permaneció inmóvil, pegado a su amado hasta que murió de inanición. Cuentan los griegos que en el lugar donde su cuerpo cayó al agua creció una bella flor que hizo honor a su belleza y a su nombre. Volviendo a la imagen viral, la obra de aquel artista anónimo, posible maestro del Photoshop, superpone a la pintura de Waterhouse un teléfono celular con la aplicación de Instagram en la pantalla y con la cámara frontal activa. Narciso se ve a sí mismo anonadado mientras Eco lo mira con compasión. ¡Hasta dónde lo llevó su vanidad!
¿Somos Narcisos del siglo XXI? ¿Cuántas personas viven enajenadas y totalmente desconectadas de la realidad por centrarse únicamente en su vida online?https://www.arguments.es/wp-content/uploads/comunicarlafe/2020/02/anthony-tori-9qYKMbBCFjc-unsplash-300x200.jpg" alt="" width="300" height="200" /> ¿Será que la cámara frontal, las selfies y las redes sociales se pueden volver nuestro lago? Bueno, con más filtros y la posibilidad de lucir aún más perfectos gracias a funciones y aplicaciones de belleza. ¿Nos dejaremos morir de inanición embebidos de las falsas versiones de nosotros mismos que tan fácilmente podemos crear en las redes sociales? El uso de las redes sociales es positivo, el encadenamiento y la ansiedad que crea el intentar imitar la vida de otros y sus estándares, “encajar”, no. Narciso se enamoró de su propia selfie, pero ahora no crecerán flores, sólo lloverán likes.