">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2018/07/Las-palabras-adecuadas-3-e1530874792746.jpg"> Si una única palabra ha de ser eterna, que sea clara, austera y precisa. -Martí i Pol- My Fair Lady es una película musical de 1964 dirigida por George Cukor e interpretada por Rex Harrison y Audrey Hepburn. En ella se muestran las posibilidades de la educación al ver cómo una joven tosca y sin formación, se transforma en una señorita de sociedad. Cuando le pidieron a la muchacha que enumerara las razones de su increíble transformación, ella solo respondió: ? La razón es que desde el principio se me ha tratado como una señorita. Muchas veces, en nuestra vida, una simple palabra o una breve conversación, pueden proporcionarnos una excelente lección que nos valdrá como referencia a lo largo de toda nuestra existencia. En ocasiones la palabra correcta es un simple «no». Con frecuencia «no» es la respuesta adecuada para solucionar los problemas. Hay circunstancias de nuestras vidas, tanto personal como profesionalmente hablando, en las que decir «no», en el momento correcto, equivale a ganar una batalla. Aseguran que para ser eficaces en la vida hay que tener muy en cuenta dos cosas:
Tenemos que esforzarnos para utilizar las palabras adecuadas, porque son siempre un estímulo: ayudan a la motivación, acrecientan la empatía, y son una parte muy importante de las relaciones entre las personas. Pero, ¡ojo!, porque mientras que usadas en su justa medida son una incitación, usadas en exceso pueden resultar un problema. Por otra parte, las palabras mal usadas, el insulto, el mal tono, la provocación, pueden arruinar el ánimo de una persona o equipo. Una de las cosas más dañinas que existen es una palabra dura, ofensiva, mal dicha o a destiempo, porque puede minar la autoestima. Hay que tener en cuenta que las palabras no solo nos mantienen motivados, sino que son una parte imprescindible de las relaciones entre las personas. Solo con utilizar las palabras correctas podemos generar un mayor entusiasmo, desempeño o motivación. Las palabras adecuadas son como semillas: una vez que se siembran, crecen y producen frutos magníficos en formas de cooperación, lealtad, esfuerzo y generosidad. Es esa palabra a tiempo la que nos hace cambiar. Con una palabra de agradecimiento, respondemos con generosidad. Con una palabra de amistad, nos comportamos como amigos. Con palabras de reconocimiento, nos volvemos amigables. Hay una cosa que depende totalmente de nosotros y que nos permite enfrentarnos al futuro con esperanza: la confianza en los que nos rodean. Y esta confianza se construye sabiendo usar las palabras adecuadas.