">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2020/05/Te-hará-crecer-2.jpg"> Si podéis curar, curad; si no podéis curar, calmad, y si no podéis calmar, consolad. -Arthur Murphy- Aquel soldado americano, Jimmy, estuvo dieciocho largos años en el ejército norteamericano hasta que fue expulsado por sus problemas con el alcohol y su carácter camorrista. Deprimido y viéndose incapaz de lograr un trabajo estable, gastó el poco dinero que tenía y se convirtió en un vagabundo. ?Vivir en la calle fue peor que Vietnam, recuerda Jimmy; en Vietnam, al menos, sabías por lo general quién era tu enemigo. ¡En las calles nunca sabías quién podía noquearte de un puñetazo y robarte los zapatos! Un día, mientras comía en un comedor social, pidieron voluntarios para mover unos muebles y, sin saber por qué, levantó la mano y colaboró en el trabajo. Era la primera vez en mucho tiempo que hacía algo por los demás. Y, curiosamente, observó que se sintió muy bien. Lo mismo ocurrió en otras colaboraciones y, sin darse cuenta, fue desarrollando el hábito de ofrecer sus servicios en todo aquello que estaba en condiciones de realizar. Y así, poco a poco, pasó de la calle a una vivienda. Jimmy está convencido que los cambios positivos en su vida empezaron cuando la gente de su entorno comenzó a creer en él. La gente comenzó a creer en él porque Jimmy dio el primer paso cuando se ofreció como voluntario la primera vez. Este cambio de actitud lo situó en el creativo y próspero flujo de la vida en abundancia. Empezó a verse a sí mismo bajo una nueva luz. Todos podemos mejorar como Jimmy independientemente de lo bien o mal que parezca irnos en la vida, si sabemos desarrollar la actitud de estar dispuestos a dar algo más de lo que tenemos la obligación de hacer. ¿Cómo? Dándonos a nosotros mismos. Una de las claves de la prosperidad consiste en advertir que la verdadera prosperidad no proviene de recibir más, sino de dar más. Podemos prosperar acentuando lo que damos en vez de concentrarnos en lo que recibimos. El dar puede conducir de forma natural a acciones que constituyen experiencias positivas para todos los involucrados. Lo pequeño puede tener una importancia enorme. Plantamos una semilla y esta terminará dando mucho fruto. Cuando cogemos conciencia de nuestro potencial de dar, no existe límite para el bien que podemos recibir. Así es como opera la naturaleza y, no lo olvidemos, nosotros somos parte de ella. Hay que mirar a nuestro alrededor con intención de descubrir oportunidades para expresar nuestros talentos y habilidades. Debemos inventar maneras de dar y ponerlo en práctica con un corazón lleno de amor. Y eso, invariablemente, nos hará crecer.