">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2021/07/ocupar-pero-no-preocupar-A-e1626440814768.jpg"> No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad. -Gabriel García Márquez- Javier Mahillo, casado, 4 hijos, doctor en filosofía por la universidad de Navarra, catedrático de instituto, en 1998 (a los 38 años) le dicen que tiene cáncer; superado el primer impacto, comenta: Con enfermedades o sin ellas, la vida ofrece muchas oportunidades de ser feliz. Por lo tanto, si caigo gravemente enfermo, ¡ya caí!, aún podré aprovechar mi tiempo y hacer cosas valiosas. Vivir felices en el dolor, en la limitación, en la enfermedad, sencillo no es, pero posible sí, porque ni la más temible de las enfermedades puede detenernos si estamos firmemente decididos a gozar de la vida y llevar a cabo una existencia con sentido. Con mucha frecuencia asociamos felicidad a salud y ausencia de dolor, pero la enfermedad, si le encontramos sentido, no tiene por qué ser un impedimento serio para la alegría. He visto muchos testimonios de personas razonablemente felices estando enfermas. Tiene razón Javier, aunque sea con limitaciones, es perfectamente posible hacer cosas valiosas por nosotros y por los demás, y disfrutar con ello. Por otro lado, ¿de qué sirve angustiarnos? ¿Es que por deprimirnos o lamentarnos continuamente nos vamos a curar? Dicen los especialistas que frecuentemente añadimos «sufrimiento» al «dolor» cuando nos lamentamos por estar enfermos, porque el malestar psicológico puede amplificar el dolor hasta hacerlo insoportable, y que si aprendemos a atajar la parte emocional del dolor, este se puede reducir hasta en un 90%. Existe un problema emocional llamado hipocondría, que se caracteriza por una preocupación constante y obsesiva por la propia salud y por una tendencia a exagerar los sufrimientos, que pueden ser reales o imaginarios. Es el caso típico de cómo los miedos irracionales producen efectos indeseados. A pesar de la hipersensibilidad que se nos suele despertar al estar enfermos, hay que tratar de ser racionales y convencernos que es bueno desear tener salud, pero que, si caemos enfermos, no será el fin del mundo. La enfermedad, el dolor y la muerte forman parte de la vida; son procesos naturales, realmente inconvenientes, pero que aún dejan mucho espacio para la alegría, la creatividad y el amor. Los que ya vamos teniendo experiencia de la vida, conocemos a personas muy felices con poca salud, y, al contrario, auténticos cachas poco felices. Es necesario cuidar el cuerpo porque estar sano nos facilitará poder disfrutar de la vida, pero no hay que volverse locos por ello, porque la salud tampoco es la panacea de la felicidad. La salud, pues, nos debe ocupar, pero no preocupar.