El pasado 18 de abril el pueblo de Nicaragua se levantó contra una ley injusta de la Seguridad Social que afectaba a los jubilados. Todo comenzó ahí, como explica la Hermana Xiskya Valladares en esta columna , publicada el 27 de junio en el periódico El Español. Fueron los propios nietos de esos jubilados a los que afectaba la ley, los que se alzaron la voz, debido al importante peso que tiene la familia en Nicaragua. Así empezó la represión, los enfrentamientos sangrientos y el odio, tras 30 años de una dictadura encabezada por Daniel Ortega Saavedra. En estos 2 meses la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH) ha certificado en su último informe, que ya han fallecido 212 personas entre los que se encuentran 21 menores de edad, ha habido más de 1.300 heridos y más de 500 presos, sin contar la multitud de personas que están desaparecidas.
Monseñor Ronaldo Álvarez, Obispo de Matagalpa (Nicaragua), declaró un domingo durante la celebración de la Santa Misa "La bala contra los inocentes, es un disparo contra Dios", haciendo referencia s los niños y adolescentes que han sido asesinados. Rogó que en nombre de todos los menores fallecidos, que se detengan los crímenes y se busque una reflexión sobre el rumbo que está tomando el país. Los obispos, sacerdotes y religiosos, son los considerados héroes con sotana, que están arriesgando su vida para salvar al pueblo. Reciben constantes amenazas de muerte, pero están dispuestos a dejarse la piel por el pueblo.
Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, una de las voces más firmes contra la dictadura y conocido como el Romero de Nicaragua, ha sido entrevistado por el semanario Alfa y Omega. Afirmaba que el diálogo con el Gobierno está suspendido mientras sigan las muertes, a la vez que mostraba el empeño de la Iglesia por mejorar la situación que atraviesa el país. "Los obispos estamos convencidos de que, aun con toda su fragilidad, es la única salida pacífica y constitucional a la crisis que estamos viviendo. Sin el diálogo la violencia sería peor. Pero, realmente, ha sido un riesgo desde el inicio. Yo lo dije desde que se planteó la posibilidad: podía ser una estrategia del Gobierno para ganar tiempo, para manipular o desprestigiar a la Iglesia, para desviar la atención de los grandes problemas… Ahora, el Gobierno continuamente con su intransigencia bloquea el diálogo. Pero nosotros, aunque lo hemos suspendido algunas veces, lo mantenemos vivo, porque sigue siendo una esperanza y un gran interrogante".
La situación que se está viviendo es de una represión exacerbada, como declara Monseñor Silvio en esa misma entrevista: "Estamos viviendo una situación de represión desproporcionada y excesivamente violenta de parte del Estado hacia la población civil. Una de esas expresiones es el ataque a manifestaciones pacíficas, pero además, se están produciendo también represiones contra ciudadanos que están atrincherados en los tranques –barricadas en las calles–, que sirven como expresión de protesta pero también como defensa para evitar que las fuerzas militares entren en las ciudades". "En los lugares donde la Policía Nacional y los grupos parapoliciales –que son grupos armados, entrenados, financiados y dirigidos por la Policía–, han destruido los tranques y han logrado entrar a las ciudades, van con lista en mano que han conseguido por medio de espías e infiltrados en los barrios, que aquí la gente llama orejas, buscando de casa en casa a las personas que más visiblemente han apoyado a la población, para apresarlas y luego torturarlas o hacerlas desaparecer". "Además, es escandalosa la presencia de francotiradores en algunos puntos altos de las ciudades, colocados expresamente para disparar a la cabeza o al corazón contra las personas que parecen más activas en las protestas ciudadanas. Todo esto ha creado un ambiente de terror. La gente vive con miedo, no logra dormir, y estamos continuamente esperando dónde surgirá el próximo ataque y cuántos muertos más tendremos que contar".
Desde Arguments proponemos dos cosas:
La paz del mundo es cuestión de todos. Recuerda: para que el mal triunfe, solo es necesario que los hombres de bien no hagan nada.