">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2022/05/Tan-contagioso-como-1-e1652445057247.jpg"> El mal es una realidad. Superarlo con el bien es una gran empresa. -San Juan Pablo II- El historiador italiano Pasquale Villari (1827-1917), en una de sus Cartas meridionales, escribe que el mal es tan contagioso como el bien, y la opresión corrompe al opresor y al oprimido, y corrompe también al que permanece mucho tiempo como espectador de ese estado de cosas sin reaccionar con todas sus fuerzas. Tres son los componentes de la situación social que vivimos: el oprimido, el opresor y el espectador. La fuerza desgarradora del mal es tal que, brotando de su manantial (el opresor), va contaminando el río en el que fluye (el oprimido) y ensucia progresivamente el terreno por el que discurre (el espectador). El mal, el error, la corrupción extienden su asfixiante red de influencia, alimentada por la connivencia de una sociedad mediocre a la que da urticaria cualquier actitud contracorriente. Y sin resistencia, la red de las connivencias se amplía; el régimen del chantaje o del terror extiende sus capas de injusticia, de violencia y de muerte. Los partidarios del mal, crecidos en la misma proporción que se encogen los partidarios del bien, van contaminando a las personas y terminan por convertir a toda la sociedad en cómplice del mal. Así las cosas, ¿nos queda algo por hacer? Por supuesto, siempre se puede ?y se debe? mejorar. Por ejemplo, tratando de poner en prácticas las recomendaciones de Juan Pablo II. En su visita a España en 1982, san Juan Pablo II tuvo un encuentro con los jóvenes en el estadio Santiago Bernabéu, en el que les propuso un programa de lucha para vencer el mal con el bien, y les dijo, entre otras cosas: Jóvenes españoles: el mal es una realidad. Superarlo con el bien es una gran empresa. Brotará de nuevo con la debilidad del hombre, pero no hay que asustarse. La gracia de Cristo y sus sacramentos están a nuestra disposición. Mientras marchemos por el sendero transformador de las bienaventuranzas, estamos venciendo el mal; estamos convirtiendo las tinieblas en luz. Cuando las tinieblas se extienden, la fe se oscurece y se potencia el peligro de la infección de las conciencias, de la pérdida de los valores morales, de la componenda como medio de subsistencia, de un difuso estar de acuerdo con la corrupción, fundamentados en el principio: el mal es tan contagioso como el bien. Es este un principio maligno que lo podemos transformar en su antídoto: el bien es tan contagioso como el mal.