¿Es posible transmitir nuestras ideas y convicciones sobre el amor, el marriage and the sexuality a alguien con quien no compartimos la fe? Esta es la pregunta que se planteaba Evan Lemoine* en «Cómo explicar la teología del cuerpo a un ateo», su ponencia en el ">https://www.tobvirtualconference.com/spanish">Congreso Virtual de Teología del Cuerpo en español que se celebró del 26 al 28 de junio de 2020. Atención spoiler: la respuesta a la pregunta es “sí”. En este post, recojo algunas de las principales afirmaciones de Lemoine entorno a esta cuestión.
Cuando hablamos de estos temas con personas que piensan diferente a nosotros puede resultar útil el método socrático: hacer preguntas que ayuden a reflexionar: «No se trata de imponer nada, sino de invitar a pensar en uno mismo: ¿Qué tipo de amor quieres? ¿Quieres ser reducido a un nivel de “uso”?". Estas preguntas pueden iniciar un diálogo muy fructífero, en el que es importante un segundo aspecto, como expuso Evan: «No se trata de imponer sino de acompañar desde las propias heridas: nosotros también hemos sentido tristeza, frustración, rechazo… Hablar desde ahí y ver cómo podemos salir de esa experiencia de soledad. Cómo romper esas taras para poder llegar a un amor más grande, más de plenitud. Es hablar a nivel de socios». Este ">https://makelovehappen.blog/2020/12/23/vulnerables-si/">reconocimiento de la mutua vulnerabilidad nos abre a conversaciones enriquecedoras.
"La mayoría de las personas están en contra del utilitarismo (que pone el valor en la utilidad, que dice que la persona solo vale si es útil), pero el problema del liberalismo es que es un utilitarismo oculto: puedes atropellar la dignidad de la otra persona siempre que la otra persona te dé su consentimiento; pone el mayor valor en la libertad», explicó Evan. Pero, como destacó: «No es lo mismo querer disfrutar al otro, que quererle feliz". Para poder profundizar en esta diferencia, es básico rescatar la noción de amor de benevolencia: que cada uno piense en el mayor bien del otro, en su bien integral.
The norma personalista, formulada por Karol Wojtyla, afirma que «la persona es un bien tal que solo el amor puede dictar la actitud apropiada y valedera respecto de ella». Evan Lemoine sigue totalmente esta línea del papa Juan Pablo II (desarrollada en Persona y acción y en ">https://www.arguments.es/matrimonio/2020/05/14/dos-libros-imprescindibles-para-entender-la-paternidad-responsable/">Amor y responsabilidad). Es el amor bueno el que busca el mayor bien integral, la felicidad integral. Una relación que no tiene esto como base es una relación tóxica. Con esa visión integral de la persona chocan todas las corrientes que promueven las relaciones de usar y tirar, las que exaltan el placer como fin último —en lugar del amor—. Unas tendencias que ignoran que, como dijo Lemoine en su ponencia, «nuestro impulso sexual no se satisface simplemente con un orgasmo, o con conseguir la reproducción. Su fin último no es el placer, ni solo la reproducción. El fin es la afirmación del valor de la persona, decirte con mi comportamiento, con mi mirada, mis palabras, mis actitudes y mis actos lo que vales, afirmar lo que vales". Esa afirmación del valor de la persona se produce «cuando nos damos mutuamente y nos afirmamos nuestra dignidad, y nos comprometemos el uno con el otro, sin tratar al otro como un simple proveedor de servicios".
El amor, si quiere seguir la norma personalista, debe ser total, permanente, exclusivo y abierto a la vida. Lemoine explicó por qué:
Un amor para siempre y total, «siempre contigo, solo contigo», ">https://www.arguments.es/comunicarlafe/amantes-quiero-hacer-el-amor-contigo/">como expresan estos jóvenes en uno de mis vídeos favoritos de Soy Amante. Esto puede parecer un ideal a veces difícil de comunicar, pero, como dijo Evan: «¿Quién no quiere casarse con alguien que busca un amor para siempre y lucha por ello?". https://www.arguments.es/wp-content/uploads/matrimonio/2021/06/amor-para-siempre-boda-novios-300x200.jpg" alt="" width="800" height="533" />
*Evan Lemoine tiene estudios en Bellas Artes y Psicología, en Ciencias de la Familia (por el Instituto Juan Pablo II) y certificado en Teología del Cuerpo por el Theology of the Body Institute de Philadelphia. Es co-fundador del Instituto Amar al Máximo y enseña la Teología del Cuerpo en distintas instituciones. Es el autor del libro: Hacernos Uno: Construyendo un amor para siempre.