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Hoy millones de mujeres y también hombres, de forma natural quieren vivir la vida bien y formar una familia, a medio camino se encuentran defraudados; por alguna razón rotos, solos y sufriendo, y con ellos, los hijos, en medio de una vida en difícil equilibrio. Al cabo del tiempo, un gran cambio en el ideal femenino ha sucedido. La cultura actual nos presenta modelos de ser centrados en las emociones y las pasiones que llevan a felicidades utópicas e irreales. El placer físico es el máximo dominio de un amor animal que no sabe querer a fondo, incapaz de compromiso. El hombre se encuentra que ya no es cabeza de familia, ella no necesita ser protegida, ser cuidada, ya no es dócil, ella puede, puede más. Adán y Eva se buscan pero no se encuentran en su jardín del Edén.
Por esta razón, hoy más que nunca, es necesario que la voz de la mujer real, desde su visión maternal del mundo, se oiga también. Una nueva revolución es necesaria. La mujer y el hombre necesitan reencontrarse a sí mismos aceptando sus diferencias en un contexto de cambios profundos. Hombres y mujeres, con una personalidad madura, capaces de integrar cualidades femeninas y masculinas. "Se debe recibir el testimonio de la vida de las mujeres como revelación de valores, sin los cuales la humanidad se cerraría en la autosuficiencia, en los sueños de poder y en el drama de la violencia. También la mujer, por su parte, tiene que dejarse convertir, y reconocer los valores singulares y de gran eficacia de amor por el otro del que su femineidad es portadora. En ambos casos se trata de la conversión de la humanidad a Dios". Así concluye la ">http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20040731_collaboration_sp.html">Carta a los obispos del mundo sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo, escrita por el Cardenal Ratzinger y sellada por Juan Pablo II en 2004.
Añadiría que hacen falta los testimonios de hombres que aman a sus mujeres hasta la muerte, y que apuestan por construir la felicidad junto a ellas, aceptando otro modo de ser, compartiendo con ellas todas las responsabilidades en su proyecto común, colaborando con ellas en el cuidado de los hijos, en el trabajo, en la Iglesia, en el mundo. Hombres y mujeres de nuestro tiempo deben hacer que no se olvide que la verdadera fuerza de la mujer no es el grito ni el dominio, sino el desarrollo de todos sus talentos, y el respeto mutuo fundado en un amor capaz de hacer feliz verdadera y naturalmente al hombre. Hasta entonces, ni la mujer, ni el hombre, tendrán paz, y por ende, ni la familia, ni los hijos, ni la empresa, ni la política, ni los países, ni el mundo.[:en]
http://www.arguments.es/wp-content/uploads/mujer/2018/09/La-fuerza-de-la-mujer-Adán-y-Eva-Museo-del-Prado-232x300.jpg" alt="" width="300" height="387" /> Today millions of women and men, naturally want to live a good life and start a family but, halfway they are disappointed; for some reason they find themselves broken, alone and suffering, and with them, their children, in the middle of a life in difficult balance. Over time, a great change in the feminine ideal has happened. Today's culture presents models of being focused on emotions and passions that lead to utopian and unreal happiness. Physical pleasure is the ultimate domain of an animal love that does not know how to love deeply, incapable of compromise. The man finds that he is no longer the head of the family, the woman does not need to be protected any longer, to be taken care of, she is no longer docile, she thinks she can do more. Adam and Eve look for each other in their Garden of Eden, but do not seem to find each other. For this reason, today more than ever, it is necessary that the voice of the real woman, from her maternal view of the world be heard as well. A new revolution is necessary. Women and men need to rediscover themselves accepting their differences in a context of profound changes. Men and women, with a mature personality need to find a way to integrate feminine and masculine qualities. "The testimony of the life of women should be received as a revelation of values without which, humanity would be closed in self-sufficiency, in dreams of power and in the drama of violence. Also, women, on the other hand, must allowed themselves to be converted, and recognize the singular and highly effective values ??of love for the other of which their femininity is a carrier. In both cases it is about the conversion of humanity to God. Such is the conclusion of the ">http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20040731_collaboration_en.html">Letter to the Bishops of the world on the collaboration of men and women in the Church and in the world , written by Cardinal Ratzinger and sealed by John Paul II in 2004.
I would add that we need the testimonies of men who love their women until death, and who are committed to building happiness with them, accepting another way of being, sharing all the responsibilities with them in their common project, collaborating with them in the caring for children, at work, in the Church and in the in the world. Both men and women of our time should not forget that the true strength of women is not shouting or dominating others, but the development of all her talents, and the mutual respect founded on a love capable of making a true and naturally happy man. Until then, neither woman nor man will have peace, and therefore, neither families with their children, nor economics, politics, countries, nor the world will find peace either.[:]