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De nuevo, la publicidad marca el norte del debate en torno a estereotipos masculinos negativos, y en pro del feminismo que arraiga con fuerza en la sociedad. En este caso es Gillette quien se suma al movimiento del feminismo en contra del nuevo concepto de la Masculinidad Tóxica generado en 2018 a partir del movimiento del #Metoo. Ahora parece que la masculinidad más típica consiste en pelear, acosar y abusar y, con buena publicidad, se puede corregir.
El peor peligro es acabar en lo irrelevante, y el mejor acierto es generar una identidad clara, una historia creíble o un valor esencial, que es lo que finalmente el consumidor compra. Así, infinidad de marcas nutren sus campañas publicitarias generando notoriedad al hilo de la ola feminista y enarbolando la bandera de “la masculinidad tóxica”. En este caso parece que ha generado un terremoto social pero en sentido inverso: en Youtube ha conseguido 25 millones de visualizaciones, 1,2 millones de “dislikes” frente a 706.000 “likes”, a consecuencia del efecto colateral no calculado de hombres saturados de este discurso: “algunos usuarios animan a boicotear la marca por alimentar el patético ataque global contra la masculinidad como reacción a un feminismo radicalizado”. (">https://www.larazon.es/sociedad/la-polemica-del-afeitado-feminista-FD21449581">La Polémica del Afeitado Feminista, La Razón. 16/1/19). Muchos hombres se han sentido ofendidos con la generalización de estos estándares con los que no se sienten en absoluto identificados. <a href="https://www.youtube.com/watch?v=koPmuEyP3a0&t=33s[/embed]">https://www.youtube.com/watch?v=koPmuEyP3a0&t=33s
Según concluye Alejandro Navas, sociólogo de la Universidad de Navarra, entrevistado por La Razón en este mismo artículo, ahora «se persigue lo varonil y muchos chicos se ven constreñidos». «Hay una masculinidad ahogada desde la infancia. Por poner un ejemplo, la niña es cooperativa y el niño competitivo, y eso hoy día en los colegios no es considerado positivo”. La defensa de la mujer, justa inicialmente, se ha radicalizado en sentido contrario y se generan situaciones injustas para el hombre.
Los hombres no lloran, tienen que pelear; el hombre sensible cooperador y responsable es un hombre de segunda categoría frente a la construcción cultural del macho alfa… y así relata María López Villodres hasta ">https://smoda.elpais.com/feminismo/siete-ejemplos-de-masculinidad-toxica-que-reconoceras-en-tu-dia-a-dia/">Siete ejemplos de masculinidad tóxica el pasado 22 de enero en el diario El País. “Es fundamental que cambiemos el imaginario que tenemos sobre la masculinidad. Hay toda una construcción simbólica de qué es ser hombre que tiene que cambiar también desde lo cultural: lo que lees, lo que ves…”, explica Octavio Salazar, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Córdoba, investigador de género, masculinidades y derechos LGTBI y autor de "El hombre que no deberíamos ser" (Planeta, 2018). A propósito de este último artículo, de nuevo, aprovechando audiencia, aparece publicidad de Calvin Klein sumándose a la revolución femenina y celebrando la era de las mujeres con una nueva colonia. Las mujeres estamos también muy saturadas de la invasión radical del feminismo que usurpa la identidad femenina de este modo.
Tiempo atrás publicamos un artículo sobre esto: el reto de los hombres es precisamente recuperar el sentido de ser hombre. Y mentiríamos o cometeríamos una grave injusticia si no reconociéramos que hay muchos hombres que lo han encontrado y viven así. https://www.youtube.com/watch?v=9mDzNm7cylw
Curiosamente los que defienden los valores de su propio sexo son además politizados en los medios como ultraderechistas si no apoyan sumisamente las ideologías sexistas. Una vez más, la notoriedad y la publicidad de lo políticamente correcto se sube a la ola hegemónica del momento, el feminismo; y usa a la mujer como arma arrojadiza de izquierda a derecha para conseguir adeptos y dominar mentes poco informadas, cosa que siempre ha sido fácil en política.
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